[PUBLICADO EN NAVARRACONFIDENCIAL EL 21 DE MAYO DE 2018]
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Tanto Europa como América están bajo amenaza de implantación y desarrollo de una imposición de la ideología de género, promovida por entidades supranacionales pero no tan avanzada en unos Estados como en otros.
España forma parte de esos países donde el desarrollo de este proyecto totalitario, de corte marxista que busca una lucha de sexos –como muy bien explicó la investigadora Alicia Rubio este pasado fin de semana en Badajoz-, avanza y es respaldado por las élites políticas y mediáticas.
No obstante, a pesar de tener una sociedad con una mentalidad bastante conforme si no servil a las causas de la “progrez” (mejor dicho, “regrez”), en la que la derecha política y sociológica parece tener que pedir perdón por su propia existencia y el papel del clero no tiende a ser el adecuado ante ciertas cuestiones, ha habido considerables avances de reacción cívica.
Iniciativas como el autobús y ciertas campañas, convenciones y manifestaciones de la plataforma cívica Hazte Oír, el magistral libro de Alicia Rubio sobre el asunto, los informes de El Club de los Viernes, el interés de algunos medios y periodistas en desafiar el pensamiento único (como Navarra Confidencial) y el aporte de muchos ciudadanos activos son ejemplos de ello.
Ahora bien, hay un disenso entre todos los que somos conscientes del peligro de la imposición de estos dogmas que atentan contra la antropología humana, la familia y la libertad. La cuestión es que no todos se han dado cuenta de que los ideólogos de género han visto en el poder político, en los medios estatales, una herramienta para intentar ir logrando sus fines.
Cierto es que “debería primar el sentido común” frente a una ingente cantidad de falacias sin base científica ni natural alguna. Pero la cuestión es que la ideología de género es una aplicación más de la ingeniería social, de algo a lo que responde el socialismo, entendido como un sistema de planificación centralizada y coercitiva.
Dicho esto, centrémonos en la importancia de devolver a la sociedad civil ciertas competencias a ese ente cuya existencia tiende a ser muy problemática -como estamos viendo-. Precisamente, se abordará la desestatalización de la educación, la crítica a la subvención, la desregulación de los medios estatales y la abolición de la figura jurídica del matrimonio civil.
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ÁNGEL MANUEL GARCÍA CARMONA (Retamal de Llerena, Badajoz, 1996)
Estudiante del Grado en Ingeniería Informática en la UDIMA. Anglo, franco y estonioparlante. Liberal-conservador. Aficionado a la fotografía y a la programación.
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