Proclamaba Pablo Iglesias la noche electoral, líder de Podemos, al retroceder PSOE y Podemos en votos, emitir una urgente y grave “alerta anti fascista” por haber obtenido la derecha re-centralizadora de Vox un 10% de los votos (400.000 electores) en las recientes elecciones autonómicas andaluzas. Y al día siguiente se producían en varias capitales andaluzas “espontáneas” manifestaciones, asambleas e incluso alguna acampada, en tonos y consignas indignadas e insultantes. Curiosa manera de entender la democracia: si ganan o suben los míos está bien; si ganan o suben partidos –legales y constitucionales- que no me gustan, no es democrático ni respetable, sino fascista.
Para empezar el fascismo era un movimiento nacionalista italiano, liderado por Mussolini, proveniente del socialismo italiano, de principios del siglo XX, anti liberal y anti marxista, totalitario y corporativo, desaparecido en 1944. Poco hay hasta el momento en el partido Vox de anti democrático, totalitario o corporativo, cosa distinta es que se esté en acuerdo o desacuerdo con la mayoría de sus propuestas. El fascismo copiaba los métodos jerárquicos y violentos de los bolcheviques comunistas de Lenin, quienes al perder las elecciones en Rusia en 1917 ante los eseritas de Kerenski, decidieron hacerse con el poder por la fuerza, llamándolo “Gloriosa Revolución” socializadora marxista, o sea estatalización, siguiendo los dogmas: lucha de clases, guerra civil, eliminación de los burgueses y dictadura del partido del proletariado.
Con esa expresión “fascista”, o no dejar hablar y acosar a quienes piensan distinto, el izquierdismo lleva décadas queriendo demostrar su superioridad moral y que tienen la razón. La historia reciente ha evidenciado el fracaso claro y rotundo del “Socialismo real”, en realidad dictadura comunista, igualitarismo de resultados y estancamiento económico, en Europa del Este en la segunda mitad del siglo XX. Más bien lo que demuestran no dejando contrastar argumentos no es que tengan razón, sino que son sectarios y extremistas, ellos que se pasan los años poniendo etiquetas de fascistas, extrema derecha y pervertidos a los demás. Era la estrategia que seguían en el País Vasco contra los del PP, o ahora contra los de Ciudadanos en Cataluña o contra los de Vox en Andalucía: ¿400.000 andaluces han votado a Vox porque son fascistas?
Ellos, podemitas, comunistas y separatistas, quieren cargarse la Constitución consensuada y democrática española de 1978, para montarse repúblicas chavistas. Con tan mala suerte que el chavismo autoritario ha arruinado la Venezuela petrolera, es decir ha arruinado a “la gente”, “el pueblo” (con quienes se les llena la boca) venezolanos, sumidos en la miseria por sus políticas anti mercado, o sea anti oferta y demanda, y anti economía. Si hay alguien anti constitucional y anti democrático, leninista y fascista, no son otros que los sediciosos y malversadores que han intentado un golpe en Cataluña para imponer la independencia unilateral e ilegal. Aunque lo llamen escraches, progre guay, es lo de siempre: envidias y sofismas, boicots y coacciones… contra la libertad.
Profesor de Geografía e Historia.
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