Hace pocos días se conoció la Encuesta de Población Activa, con datos de empleo para todo el país del tercer trimestre del año. Los resultados de Asturias difícilmente podrían ser peores. Solo hay tres autonomías que destruyen empleo; entre ellas, Asturias es la que lo hace en mayor medida (en los dos trimestres anteriores había sido la única región que reducía el empleo). Asturias es donde más cae el número de mayores de 25 años con empleo y donde más disminuye el empleo masculino. De las once principales ramas de actividad, solo tres crean empleo (Construcción, Información y comunicaciones y Administraciones públicas y servicios sociales), que es la menor proporción de todas las autonomías. Podría dar muchos más ejemplos.
Los muy malos datos del tercer trimestre no son algo que pueda sorprendernos. El empleo ha caído en Asturias en siete de los últimos ocho trimestres, al mismo tiempo que el conjunto de España seguía creando puestos de trabajo. Asturias encadena siete trimestres consecutivos siendo la comunidad autónoma donde peor evoluciona el empleo.
Si miramos un poco más allá, los resultados son desgarradores. Hoy trabaja en España un 3,3% menos de personas que en 2008. Hay autonomías que ya recuperaron todo el empleo perdido en la crisis (Baleares, Canarias, Murcia). Hay otras que están muy cerca de conseguirlo (Andalucía, Madrid, Navarra). Asturias, en cambio, es la región que está más lejos: hoy el Principado tiene un 18% menos de ocupados que hace once años. Sin nos limitamos al sector privado, hay un 22% menos de trabajadores.
Desde 2008, la población en Asturias se redujo un 5,5% (60.000 habitantes menos). Pero en el mismo período, el número de funcionarios creció un 3% (2.300 más) y el de perceptores del salario social se multiplicó por cuatro (17.500 perceptores más). Mientras en el sector privado trabajan 85.300 personas menos que en 2008, la nómina del Principado aumentó en casi 20.000 personas.
Todo lo anterior se resume en pocas palabras: la situación económica de Asturias es insostenible. Pese a todos estos datos, no se conoce ningún plan ni iniciativa del presidente Adrián Barbón para recuperar la economía asturiana y la creación de empleo. Peor aún: hay razones fundadas para sospechar que el presidente Barbón tiene un diagnóstico totalmente equivocado. No solo por el optimismo, exagerado y sin base, de sus declaraciones, cosa de por sí preocupante. Es que quienes deben asesorarle también dan muestras de estar desenfocados: la consejera de Hacienda, señora Ana Cárcaba, acaba de descartar una rebaja sobre el Impuesto de Sucesiones, pese a que el de Asturias es uno de los dos más caros de Europa.
Evidentemente, el Impuesto sobre Sucesiones no es el único problema de la economía asturiana, pero sí es el símbolo de su declive. Defenderlo implica apostar por la continuidad del modelo que está llevando a Asturias a la ruina (aprovecho desde aquí para invitar a la señora Cárcaba a debatir públicamente conmigo, cuando y donde ella prefiera, sobre este impuesto).
La evidencia más clara de que el gobierno asturiano no tiene respuesta para los males económicos de la región es que su prioridad para esta legislatura es hacer cooficial el bable normalizado. Parece una broma, pero es la realidad. En lugar de fomentar el empleo privado, el principal proyecto del presidente Barbón conlleva aumentar la carga que pesa sobre las espaldas del menguante colectivo de trabajadores asturianos. Carga extra que surgiría de la miríada de subvenciones, gastos y empleos públicos que habría que pagar con más impuestos en caso de aprobarse la cooficialidad.
La mala elección de prioridades por parte del señor Barbón puede ser fruto de su audacia o de su juventud. O venir del mal asesoramiento económico que recibe, por descartar alternativas peores, como sería una decisión consciente de anteponer los intereses de un lobby minoritario a los de la inmensa mayoría de asturianos. El próximo domingo, con nuestro voto, puede que sea la última oportunidad que tengamos los asturianos para decirle a Barbón que lo mejor que puede hacer es rectificar.
Artículo publicado originalmente en LNE el 8/11/19.
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