Hoy en día resulta más que evidente que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos, pero cabe aclarar que debemos tener los mismos derechos más no privilegios, debido a que tenemos diferentes fortalezas, motivaciones,debilidades, etc. Ahora bien, si la raza humana fuera idéntica no tendría sentido consagrar un principio de igualdad legal; precisamente porque somos diferentes es que se justifica el principio de igualdad ante la ley. Actualmente podemos notar que muchos políticos de gran popularidad en Latinoamérica han basado sus campañas presidenciales en la reducción de la desigualdad en sus países. Desafortunadamente, el deseo de estos partidos socialistas/comunistas de hacer más iguales a la población más allá de la igualdad ante la ley los lleva a destruir las ganas de sobresalir y las libertades que brinda el capitalismo.
Definitivamente, el problema es que cuando la gente habla de desigualdad en realidad está pensando en pobreza, no en desigualdad y es imperativo hacer la distinción. En ese sentido, dividen el mundo en los que tienen y los que no, lo que desencadena una ola de envidia y escándalo. Pero este escándalo sólo se debería centrar en que hay personas que viven debajo de la línea de pobreza extrema. Al contrario de la indignación de muchos, debería generar alegría que las personas posean bienes y empresas, porque de lo contrario los niveles de pobreza, el desempleo y la desigualdad serían impresionantes e insostenibles, incluso mucho más altos que los porcentajes que tenemos hoy en día.
La libre competencia hace que se destaquen los mejores y esto genera resultados desiguales, como concluye el filósofo Friedrich Hayek; si se aplican reglas iguales a personas desiguales, los resultados van a ser desiguales. Entonces mi pregunta es: ¿qué tiene de malo que haya desigualdad aún si la sociedad está progresando? En 1950 China tenía el mismo ingreso per cápita que la Europa del siglo XV. Deng Xiaoping, máximo líder de la República Popular China desde 1978 hasta 1997, abrió la economía en 1978 y hoy China es una sociedad más desigual que antes, es decir, la igualdad en la miseria que tenían antes desapareció. Gracias a esto, China hoy tiene 420 millones de personas con un ingreso per cápita de más de 23 mil dólares. Es conveniente también poner el ejemplo de los avances tecnológicos: antes los millonarios eran los únicos que podían tener un celular; había una “desigualdad” inmensa con el resto de la población. Si nuestros ancestros se hubieran guiado por el hecho de que no puede haber desigualdad material les hubiera tocado quitarles los celulares a quienes tenían porque era “injusto” con el resto de la población. De haber hecho esto estoy seguro de que actualmente no existirían los celulares, y ni siquiera habría avances tecnológicos debido a que estos limitarían las ganas de innovar porque eso crearía desigualdad. Por eso debemos entender que la desigualdad y el progreso van de la mano. Los pensadores marxistas proponen eliminar la desigualdad con un sistema de reglas diferentes a individuos diferentes para que los resultados sean iguales, lo cual es inmoral por la sencilla razón de que tienen que suprimir las libertades de algunas personas para poder cumplir con su objetivo: igualitarismo forzado. Uno de esos pensadores es el reconocido economista Thomas Piketty, quien propone cobrarle un impuesto de 90% sobre el patrimonio de los más ricos o del “top 10”. Esto es una propuesta tan absurda como la de matar a los genios para que la población sea más inteligente.
Como sociedad debemos enfocarnos en tratar de disminuir sustancialmente la pobreza; eso se logra con libre mercado, disminuyendo el tamaño del estado, disminuyendo los impuestos a los empresarios para fomentar la inversión en el sector empresarial y así crear empleo e innovar. No podemos dejar que los políticos populistas nos engañen con sus promesas de repartir riquezas y garantizar servicios a la población sin costo alguno. ¿Qué riquezas vamos a repartir si todavía no la hemos creado? Irán a repartir miseria, como lo podemos ver en todos los países subdesarrollados que han implementado el socialismo.
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