EN EL MUNDO:
El fascismo, es ambidiestro. Ya comentaré esta afirmación más adelante. He comenzado por el fascismo porque me propongo hablar de la izquierda.
La izquierda internacional ha pasado por diversas fases y ha cambiado sensiblemente a lo largo de su deambular en la construcción de su mentira histórica. Pero mantiene desde el inicio de sus tiempos un elemento invariable; la furibunda fobia a la religión imperante en una sociedad concreta. Esto es así porque la Religión establece una moral, un código ético y de conducta desde una estancia ajena, independiente y externa al estado. Y la izquierda lo que hace es imponer su propia moral, aunque carece de ella. Definir, desde la aspiración a la propiedad del estado, un código ético propio que generará infinidad de “culpables”. Falsos culpables que deberán pagar por sus culpas. Que los demás se sientan “culpables” es un primer objetivo que les facilita las cosas ya que si alguien se siente culpable es dócil. Y de nosotros depende sentirnos “falsos culpables” y comenzar, entonces a perder batalla y libertad.
Con la caída del telón de acero, el panorama de los países de izquierda cambia radicalmente. En primer lugar porque pierden, desparece, su ideología económica. La teoría económica de la izquierda fracasó y no es aplicable como teoría o ideología. China abraza el capitalismo económico pero mantiene el comunismo político. Es el último país que podemos llamar comunista, en el que el Partido Comunista Chino además del control de toda la sociedad, es una de las mayores empresas del mundo. El resto de los países de izquierda (ahora incluida Cuba) no pasan de ser unos latifundios en los que “jefe supremo y su familia” disfruta de su posesión y mantiene a la población en un régimen de servidumbre.
Desde el peronismo ha habido, sobre todo en Hispanoamérica, diversos procesos de carácter izquierdista. Los últimos son los de Venezuela, Bolivia, Ecuador, que más que de izquierdas han sido movimientos personalistas, con fuerte implantación del culto al líder, pero sin una propuesta ideológica seria y contundente. En la mayoría de los casos encontraron su caldo de cultivo en las clases medias, igual que ocurrió con los fascismos europeos en los años 30, pero por causas distintas. Son movimientos fascistas que se propagan en las clases medias. Y no pasan de ser eso. Un horror para los pueblos que los han sufrido y ninguna relevancia histórica; en algún caso tan solo ha supuesto un mero cambio de dictador.
Carente de ideología económica, teniendo delante un estado del bienestar creado por las democracias liberales y nunca por la izquierda, no les resta sino acudir a un marketing global y ridículo con el que generar “culpables”… Que si ahora hinco la rodilla. Que si fascista el que no bote. O que si me abanico con un arco iris o “je suis profiterole”….en fin. El ecologismo ha sido otra de sus fuentes para generar culpables pero como se sabe es más ecológica la sociedad liberal occidental que la comunista y China en especial.
EN ESPAÑA:
La izquierda española, como la del resto del mundo, carece de una teoría económica propia y sólida. Todo a lo que alcanza es a establecer el terrorismo fiscal y la nacionalización o incautación arbitraria e injustificada de alguna empresa o sector. Pero nada fundamentado. En cuestión política aspira a imponerse y mantenerse en el poder con ambición de pensamiento y partido único.
Pero como hemos visto en las últimas elecciones vascas y gallegas y como conocemos de Cataluña, la izquierda española YA no existe, no es nada, sin una muleta nacionalista y separatista. Es previsible que en unas próximas elecciones la dependencia de nacionalistas sea aún mayor que hoy en día.
¿Será que, carente de proyecto propio, intenta recuperar su antigua ambición de crear la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas? Pero ocurre que ya no existe la URSS. Sin embargo las izquierdas nacionalistas sí que cuentan con una propuesta política. Cierto que una propuesta anti sistema sí, como es la desintegración del País, pero propuesta política al fin y al cabo. Mientras que la izquierda nacional carece de propuesta y proyecto que ofrecer. Por eso, necesita del nacionalismo para seguir adelante, por el momento. Imaginemos a Cataluña, Vascongadas y Galicia independientes o como estados libres asociados o simplemente federados. ¿Qué papel tendrían en esos territorios el PSOE, Podemos o el PCE en lugar de las izquierdas locales? Exacto, ninguno.
Cabría preguntarse si esa función actual de ser báculo de la izquierda española corresponde a los partidos nacionalistas de izquierda o a todos, incluso a los nacionalistas que parecen de derechas. La respuesta es a todos, incluso a los que parecen de derechas. Es así porque son nacionalistas. Y el nacionalismo es aquello que aspira al control, por una parte de la sociedad, de un territorio concreto y del resto de la sociedad que disiente y no se uniforma. O sea, fascismo. Y es que el fascismo es ambidiestro.
Y todo esto nos ocurre con ausencia de un estado o con un estado que ha desaparecido. El estado ha resultado fallido. Tan solo la Corona se mantiene viva y con sus funciones en normal rendimiento constitucional. El resto, lo hemos visto con la actual crisis sanitaria y económica, un desatino. Un gobierno central que con mando único, ni manda, ni centraliza, ni coordina (en realidad sólo miente). Un parlamento que no controla, una justicia que no es independiente y una fiscalía fiscalizada por el gobierno. Un gobierno que trata de apropiarse del estado en beneficio de su partido y elimina la transparencia y ataca la libertad de prensa, basando su acción en la mentira sin consecuencia alguna; sin responsabilidades. Unos presupuestos que son una herramienta para acudir a las elecciones. Por no hablar del desastre autonómico y educativo que genera, entre otras cosas, ciudadanos sin derechos y de diversas categorías. Un estado fallido.
Si bien eso es grave, más grave sería que también dejase de haber Nación. Creo que todavía tenemos Nación, una Nación de la que ya surgieron la Juntas Nacionales hace más de 200 años. Y habiendo nación volverá a haber estado y un gobierno al servicio del estado y no al revés.
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