Una de las ocurrencias de Pedro Sánchez es la de destopar la base de cotización, de manera que desaparezcan las bases máximas y cada cual cotice por todos sus ingresos del trabajo. Por poner un ejemplo extremo, y sin entrar en demasiadas precisiones normativas, pretenden que Messi y el Barcelona coticen por los 40 millones de euros que cobra. Es decir, quieren que paguen a la Seguridad Social 11,3 millones de euros al año y, a cambio, el día de mañana le reconocerán la pensión máxima anual de 36.120 euros. O sea que, con un año de cotización estará pagando el equivalente a 313 años de pensión. Quien habla de Messi, habla de cualquier persona que cobre por encima de los 45.000 euros anuales que constituyen la base máxima de cotización. Una cantidad –45.000 euros- que no es –ni muchísimo menos- un sueldo de ricos, sino de trabajadores cualificados de tipo medio.
El atraco que está tramando el gobierno de Pedro Sánchez, sin embargo, no es ninguna novedad. Es un proceso que lleva aplicándose desde hace muchos años, aunque de una manera más sibilina y silenciosa, más gradual y menos perceptible para las empresas y los trabajadores. Sin ir más lejos, en los últimos diez años la base de cotización máxima ha pasado de los 3.166,2 euros al mes en 2009 a 3.751,2 en 2018. Un incremento del 18,47 por ciento. Por el contrario, la pensión máxima ha pasado en el mismo periodo, de 2.441,75 euros a 2.580,1, habiendo crecido un 5,6 por ciento. Es decir, la subida de la base máxima de cotización ha sido tres veces superior a la de la pensión máxima.
Uno de los principios que se le suponen al sistema gubernamental de pensiones, por muy de reparto que sea, es que ha de ser equitativo, es decir, que haya cierta correspondencia entre lo que uno paga y lo que cobra en prestaciones de la Seguridad Social. No obstante, con el transcurso de los años, esta equidad se ha ido diluyendo con el progresivo aumento de las prestaciones no contributivas y los artificios contables mediante los cuales se dan por cotizados periodos en los que realmente no ha habido cotización o se reconocen prestaciones por importe muy superior a las efectivamente realizadas. Estos artificios adoptan la forma de reducciones, bonificaciones, coeficientes por hijos, situaciones asimiladas al alta en Seguridad Social, etcétera.
A día de hoy ya nadie percibe las cotizaciones a la Seguridad Social como un sistema contributivo para el acceso a determinadas prestaciones, sino el de un impuesto que grava el trabajo, a fondo perdido y sin ninguna contraprestación directa ligada al mismo. Porque si realmente quieren mantener la equidad del sistema, el despote de la base máxima de cotización debería ir acompañado del destope de la pensión máxima. De tal manera que, si a Messi le hacen cotizar por 40 millones de euros y pagar 11,3 millones, el día de mañana le reconozcan una pensión de 28 millones al año, que es lo que cobra de media cualquier trabajador a día de hoy: una pensión equivalente al 70 por ciento del último sueldo.
En fin, al final todas estas medidas, adopten una forma u otra, lo que persiguen es la apropiación por parte del gobierno del dinero de las personas. Hoy, los trabajadores son explotados económicamente por el gobierno en una nueva modalidad de servidumbre señorial.
JAVIER JOVÉ SANDOVAL (Valladolid, 1971) Licenciado en Derecho, Máster en Asesoría Jurídica de Empresas por el Instituto de Empresa y PDG por la Universidad Oberta de Cataluña, desde el año 2.000 desarrolla su carrera profesional en el sector socio sanitario. Es Socio Fundador del Club de los Viernes y miembro de la Junta Directiva del Círculo de Empresarios, Directivos y Profesionales de Asturias. Actualmente escribe en El Comercio y colabora habitualmente en Onda Cero Asturias y Gestiona Radio Asturias.
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