Lo reconozco: detesto el Día de la Liberación Fiscal. Detesto el concepto, detesto el cálculo, y, sobretodo, detesto que la gente crea realmente que el día en el que termina su esclavitud y se despierta como hombre libre coincida aproximadamente con el solsticio de verano. Cosas de mi misantropía, supongo.
El primer argumento por el que detesto el día de hoy (escribo esto el 28 de Junio, aunque, si tengo suerte, vean Uds. esto publicado mucho más tarde) es que es muy torticero pensar que hemos trabajado gratis para el Estado, a cambio de nada. En pureza, no es verdad. Porque el Estado puede ser oneroso, puede ser corrupto, puede ser derrochador… pero a cambio de nuestro dinero, nos ofrece bienes y servicios. Caros, es cierto. Que no los hemos contratado voluntariamente, de acuerdo. Que encima utiliza nuestro dinero para subvertirnos, os lo compro. Pero algo de utilidad nos ha proporcionado a cambio. Eso es así.
La cosa, en todo caso, sería saber qué porcentaje de ineficiencia supone el Estado en su provisión. La educación ya sé que anda sobre la mitad, la sanidad barrunto que aún será mayor, ya que aunque pagan cuatro perras a los galenos, y en un mercado libre ni de coña cobrarían lo mismo que sus enfermeras, no conozco sector más contaminado por el detestable mundo de las patentes que el de los medicamentos. No quiero entrar, no me hagan hacerlo, pero es un mundo repugnante en el que el Estado garantiza una protección por un lado y la compra de productos, por el otro. Si eso no es colusión, que baje Rand y lo vea.
Y esto me sirve para introducir la verdadera madre del cordero de la burla que es glosar el día de hoy: el estado no nos roba sólo mediante impuestos, es que sus leyes habilitan a terceros, a élites que lo mangonean, a robarnos descaradamente. Y he mencionado los medicamentos, y puedo mencionar la propia moneda y su inflacción, pero eso, queridos amigos, es el chocolate del loro. El verdadero robo lo tenemos con la vivienda, no miren a otro lado. No es el elefante en el salón, ¡es el propio salón y toda la puñetera casa! ¡lo tenemos delante, nos supone más sobrecoste que los impuestos, en términos netos!
Si consiguiese que un buen amiguete liberal, profe universitario, me proporcionase las encuestas de presupuestos familiares (sí, esas que en teoría realiza el INE y gracias a las cuales se efectúan cálculos para índices tan tontos como el IPC) en vez de este exiguo artículo traería un amplio informe y estaría apoyando con datos mis afirmaciones, pero dudo que ni siquiera él pueda conseguirlos. (yo llevo años detrás de ellos y no hay forma).
A groso modo, no obstante, les adelanto que, si a lo que nos quita el estado le restamos los bienes y servicios que efectivamente nos proporciona, el día de la liberación fiscal posiblemente ande por abril mediado. Es lo que hay, queridos amigos, si queréis ser honrados intelectualmente.
Pero si a esa fecha le sumáis los días al año que trabajáis de más porque la moneda no está sujeta a mercado libre, porque tenéis que consumir productos protegidos por patentes, porque compráis coches protegidos por aranceles, y, sobretodo, porque vivís en casas fuera de un mercado del suelo libre, en definitiva, porque sois parasitados no sólo por burócratas del estado, sino también por élites que lo utilizan para retorceros el brazo, entonces queridos amigos el verdadero día de la liberación ronda el 3 de Octubre.
Y eso lo sabe el 14% de la gente.
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