Finalizan las clases y los muchachos acaban unos con mejor sabor de boca que otros, las ansiadas vacaciones ya están aquí y comienza otra etapa muy distinta, tanto para ellos como para los padres.
A nosotros, sus progenitores, nos toca buscarnos la vida para lograr compatibilizar nuestras exiguas vacaciones con las opulentas que disfrutan nuestros críos, pero, también, debemos o deberíamos hacer una profunda reflexión sobre qué ha supuesto este curso para nuestros pequeños, algunos no tan pequeños ya. Sin embargo, si miramos con retrospectiva podemos ver que este curso ha sido igual que todo los demás. Sí, han avanzado, han adquirido nuevos conocimientos y habilidades…, es cierto, pero ¿todo eso que han aprendido realmente les va a servir para su futuro? No, la respuesta, por más que pueda parecer extraño, es no.
Soy aficionado a las charlas de la plataforma TED y hace años, a pesar de tenerlo ya muy claro, comprendí del todo que nuestro sistema educativo está completamente obsoleto. Esto fue así al escuchar en una de estas charlas a Sir Ken Robinson. Él hablaba precisamente de este asunto. El título era “Las escuelas matan la creatividad”, os invito a todos los liberales a que la escuchéis, es realmente esclarecedora.
Pero ¿por qué afirmo que la educación que nuestros críos está alejada de la realidad de hoy en día? Muy sencillo. ¿Cuántos de ustedes necesitan hacer una raíz cuadrada a diario? O ¿Cuántos sacáis todos los días el área de una superficie irregular? Que alguien me diga para qué le sirve a mi hijo de 10 años aprender a rellenar el certificado de una carta. Una carta, lo entiendo, a pesar de que están en claro desuso debido a las nuevas tecnologías, pero ¿rellenar el certificado de correos? Por Dios, cuando ellos sean mayores lo más probable es que ya ni existan. Se les enseña cosas inútiles por completo.
Claro que tienen que aprender matemáticas, lengua, historia… naturalmente que sí. Pero andamos buscando permanentemente la igualdad entre los seres humanos y resulta que no todos somos iguales. Debemos serlo en la ley y ante la ley, pero nada más. Por cierto, tema este curioso, puesto que quieren que todos seamos iguales, pero no en y ante la ley, ya que en España es principio ha quebrado desde el mismo momento en el que Pujol no está en la cárcel o desde que un varón, por el hecho de haber nacido tal, tiene mayor castigo penal que una mujer al cometer un mismo delito de violencia. Pero no es de esto de lo que yo quiero hablar, pues daría para varios artículos y esta opinión ya la he vertido en algunas ocasiones, no en esta bendita casa, pero sí en otros diarios digitales en los que participo activamente.
Como decía, nos empeñamos, mejor dicho, se empeña la glotona administración, en hacer que nuestros hijos sean todos iguales y como dijo don Ramiro de Maeztu: Decir que los hombres son iguales es tan absurdo como proclamar que lo son las hojas de un árbol. Absurdo, ridículo y extemporáneo por completo.
Es curioso, porque mucha gente al leer estas palabras pensará que don Ramiro estaba en lo cierto, sin embargo, a pesar de haber acabado prácticamente con la meritocracia en los colegios, cuando uno de nuestros hijos saca las mejores notas y lo felicitan en la escuela por ello, nos enorgullecemos y ponemos los pechos más inflados que un gallo en una gallinero, me incluyo, sin pararnos a pensar un instante que esa calificación es, posiblemente, justa para él, pero injusta para otros.
¿Cuál es el motivo de esta aseveración? Fácil, puesto que hemos determinado que no todos los seres humanos somos iguales, si evaluamos a todos de las mismas materias, es muy posible que muchos de los evaluados no estén a la altura y no por ser unos mediocres o unos zoquetes, no, simplemente por un hecho elementalísimo, no todos los críos tienen las mismas habilidades. Los habrá que en las asignaturas de siempre estén sobradamente capacitados, pero también es muy posible, de hecho, así es, que los haya que tengan otras habilidades muy distintas que en la escuela no se explotan o, simplemente, se obvian.
Y es aquí donde viene precisamente el problema. Estamos construyendo desde las escuelas el mundo perfecto de Momo. Ciudades grises, personas con ropas iguales y grises, cabezas grises y corazones grises. ¿Alguien se ha parado a pensar alguna vez por qué existen tantos inadaptados en el mundo? ¿Por qué, a pesar del dinero destinado a educación, tenemos un fracaso escolar exagerado?
Quizá, la respuesta es más simple de lo que creemos. ¿Podría ser que, si explotamos las capacidades más desarrolladas de cada persona, ese joven no fracase o abandone? Yo creo que sí, de hecho, estoy completamente convencido de ello.
Insisto, claro que hay que estudiar materias comunes. Es fundamental tener, como mínimo, una cultura general que nos permita ir por la vida sabiendo hacer las cosas que todos los demás hacemos a diario.
Pero, no hay una razón lógica para impedir que aquellos que tienen una capacidad especial, por ejemplo, para tocar el piano, le obliguen a aprender flauta; o que aquel que tiene un cuerpo atlético capaz de desarrollarlo, se le obligue a jugar al fútbol únicamente.
Finalizo recordando el ejemplo anterior del muchacho al que se le felicita por tener las mejores notas. Claro que hay que felicitarlo, es más, habría que recompensarlo. Pero ¿y si las pruebas se adecuaran a las capacidades de cada uno de nuestros hijos? ¿No es lógico pensar que más de uno sería también felicitado? Un mundo de iguales no conduce a la igualdad, lleva irremediablemente al fracaso de una parte importante de la población y a la mediocridad de otra parte también muy importante.
La base del liberalismo es que cada persona debe hacer lo que quiera hacer y desarrollarse como mejor le parezca asumiendo, eso sí, sus errores. Pagamos a papá Estado para que no hierren con nuestros hijos y, sinceramente, creo que pagamos mucho para los resultados que obtenemos.
Escuchen a Sir Ken Robinson y, quizá, me comprendan mejor.
Luis Molina nació en Madrid en el mes de junio de 1974. Cursó estudios de delineación, posteriormente de informática y Derecho. Fue militar profesional, escolta privado y desempeñó distintas funciones en el terreno de la seguridad que lo llevó a viajar por toda España.
En la actualidad compatibiliza su labor de escritor con la de consultor/analista informático, además de colaborar en el diario masbrunete.es.
Sus obras más destacadas son:
– Antología poética, «Vivir soñando».
– Antologías de relatos, «Réquiem por un misterio» y «Cuarenta y un relatos de terror y misterio».
– Novelas: «El asesino del pentagrama», «El tesoro visigodo», «Juego de dioses y peones», «La capital del crimen».
Twitter: @AMusageta
Facebook: https://www.facebook.com/infoLuisMolina
Web: http://www.webluismolina.com
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