Salto adelante de China
Dos siglos después de que el emperador francés Napoleón Bonaparte nos aconsejara «Dejad que China duerma, porque, cuando despierte, el mundo temblará.», el país asiático se ha convertido en la primera potencia económica mundial, según cálculos del Fondo Monetario Internacional publicados en octubre de 2014.
Atrás quedan los años de hegemonía estadounidense después de ciento cuarenta y dos primaveras ocupando tal honorable puesto tras tomar el relevo de sus hermanos británicos, acompañado todo de una preminencia en otros campos como la política, la cultura, la ciencia o el sector militar.
Con algo más de 17.500 billonesde dólares de Producto Interior Bruto, esta tendencia comenzó durante el liderazgo de Deng Xiaoping en las décadas ochenta y noventa del pasado siglo.
La muerte de Mao
En el año 1978, tras la muerte de Mao y un periodo convulso bajo su Revolución Cultural que afectó también al propio Deng, llegando incluso a estar bajo arresto domiciliario- y la también difícil coyuntura durante el mandato de su sucesor más inmediato Hua Guofeng, Deng Xiaoping se hizo cargo del país tras su exilio en la ciudad de Gu?ngzh?u después de derrocar a la facción más maoísta del Partido Comunista Chino conocida como Banda de los Cuatro.
La situación del gigante dormido cambiaría de forma notable durante el período siguiente.
La reforma china
Bajo el nombre oficial de Reforma y Apertura llamado también Socialismo con características chinas, el nuevo Buró Político de la República Popular, copado por colaboradores de Deng, comenzó la liberalización de la economía china consiguiendo así flexibilizarla y darle la competitividad necesaria para superar la anquilosada planificación del sistema comunista más puro y poder así mirar a los ojos a las grandes potencias como Estados Unidos o sus vecinos nipones.
El punto de partida era catastrófico desde un punto de vista económico.
Tras décadas de colectivizaciones agrarias y cuotas de producción industrial definidas por el Gran Salto Adelante de Mao, e incluyendo una terrible hambruna entre 1958 y 1961, reconocida por las propias autoridades bajo el nombre de Tres Años de Desastres Naturales y admitiendo cifras de hasta quince millones de muertos, el pragmatismo de Deng intentó revertir ese trance.
Tendencias de libre mercado
¿La solución? Una economía con ciertas tendencias de libre mercado: descolectivizaciones en la agricultura, privatizaciones en sectores industriales y apertura al comercio, a las inversiones extranjeras y a la globalización.
Además, habría que sumar la creación de un sistema sin precedentes: el establecimiento de las llamadas Zonas Económicas Especiales en numerosas áreas portuarias de Cantón, Fujian y otras provincias.
Estas ciudades, con una legislación comercial, financiera y laboral especialmente flexibles, se han erigido como el verdadero motor del progreso económico chino.
En términos geopolíticos, más cambios se estaban fraguando, ya que se comenzaron a establecer relaciones en términos amistosos con los gobiernos estadounidenses, abandonando la esfera de influencia de la potencia más afín ideológicamente: la ya decadente Unión Soviética.
El PIB y los resultados
El resultado no puede ser más esclarecedor, el PIB de China en términos reales ha crecido alrededor de unas cincuenta y cuatro veces tras los últimos cuarenta y cuatro años, comparado con las seis veces que se ha multiplicado tal indicador en la economía estadounidense o cinco en Japón durante la misma serie temporal.
Y aunque es cierto que la desigualdad ha aumentado en el país desde un índice de Gini de 29,1 a 42,1 entre 1981 y 2010, según datos del Banco Mundial-, la realidad es que tal disparidad se ha producido por el aumento de las rentas altas, ya que, aunque el número de ricos ha crecido de forma notable, la pobreza ha amainado espectacularmente pasando de 250 millones de habitantes bajo la línea de pobreza en 1978 hasta unos 125 millones siete años después.
A su vez, tan sólo el 1,3% de la población china vivía con menos de 1,25 dólares en el año 2010 frente al 39,5% que lo hacía en 1981 pese a haber aumentado en más de 300 millones de habitantes, la población durante el mismo período de tiempo según los censos de las autoridades.
Los nuevos desafios
Y aunque parece que las noticias son especialmente alentadoras para el país, varios desafíos se presentan para los próximos tiempos y que pueden suponer un hándicap brutal para está imparable ascensión.
Mientras que la sociedad está a las puertas de una crisis demográfica causada por las políticas de hijo único impuestas a las familias chinas, numerosos expertos sostienen que estamos ante una burbuja en el sector inmobiliario, cuya máxima evidencia es el aumento espectacular de los precios que ha causado un elevado coste de la vivienda en ciudades como Beijing, por no hablar de las enormes diferencias económicas y sociales entre las ciudades industriales y costeras, y las regiones más rurales y empobrecidas del interior, el conocido como one country, two systems.
Se ha de señalar por otra parte que, a diferencia de las potencias principales de las últimas eras, la sociedad china se muestra muy cerrada y aislada con respecto a su cultura imposibilitando de esa manera exportar su way of life, factor absolutamente determinante para conseguir que una civilización sea hegemónica a nivel mundial y restando así su influencia con respecto a los demás países del globo.
Además, desde mi experiencia, considero que la población china todavía adolece de la falta de individualismo, la creatividad y la iniciativa de los que gozamos en los países occidentales y que se muestra como un factor determinante a la hora de crear riqueza y prosperidad en una sociedad.
La libertad política
Por otra parte, aunque el grado de libertad económica se ha dilatado sustancialmente, la situación política no va en consonancia con ello.
Tal y como se ha visto en las protestas en Hong Kong del pasado otoño, la sociedad, y concretamente la juventud china crecida bajo el manto del capitalismo pujante, exige un mayor grado de autonomía individual y apertura social al mundo.
Se antoja evidente que las viejas estructuras y sistemas burocráticos del Partido Comunista Chino se están sumiendo en un mundo de oscuridad totalmente desfasado de lo que una sociedad moderna verdaderamente requiere.
Veremos entonces si esta libertad económica se traslada a los demás ámbitos de la esfera personal de las personas a medio y largo plazo.
El futuro en china
El futuro, por lo tanto, se presenta estimulante.
En las manos de la propia sociedad china se encuentra la llave para acogerse a una sociedad verdaderamente libre y superar de una vez por todas las oscuras etapas de los inútiles emperadores de la dinastía Qing origen primero de todos los males-, la invasión japonesa, la guerra entre nacionalistas y comunistas, y el socialismo tan salvaje y depredador de los dos primeros tercios del siglo XX.
ÓSCAR GUINEA GONZALVO
Estudiante de Economía en la Universidad de Oviedo.
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