La Encuesta de Población Activa del cuarto trimestre del año mostró un incremento interanual del empleo de 2,1%. Es un incremento algo mayor al esperado y que equivale a la creación de 402.300 empleos durante 2019. El número de parados cayó un 3,4% (112.400 desempleados menos que hace un año). La tasa de paro bajó hasta 13,8% (la más baja en 11 años y seis décimas inferior a la del final de 2018). La población activa (suma de ocupados y parados) creció 1,3% interanual, el mayor avance desde marzo de 2009.
El cuadro general que pintan estas cifras no es malo. Máxime porque se producen en un período de desaceleración de la economía y de aumento de la incertidumbre, tanto por factores del exterior (Brexit, China) como locales (formación del primer gobierno de coalición).
Sin embargo, desglosando los datos surgen elementos que confluyen en un punto: los resultados de esta EPA, un poco mejores que los previstos, no son un punto de inflexión rumbo a la recuperación del dinamismo que tuvo el mercado de trabajo en 2018. Más bien, son una pausa en una senda en la que el ritmo de actividad económica pierde gradualmente vigor. Veamos algunos ejemplos.
Desde el ángulo de la nacionalidad y la formación, el grupo de ocupados más numeroso es el de españoles con educación secundaria. En los dos últimos trimestres ese grupo perdió ocupados, algo que no había pasado a lo largo de la recuperación económica iniciada a finales de 2013.
En marzo de 2007, un año antes del famoso debate entre Solbes y Pizarro, el número de asalariados temporales comenzó a caer. Se vendió como un éxito en la lucha por terminar con la “dualidad” del mercado de trabajo. La verdad es que fue la primera señal de que algo no andaba bien. Dada la legislación laboral española, la caída de la contratación temporal significa que la inversión y los nuevos proyectos se paran.
En la EPA encontramos la constatación: en la Construcción, el número de asalariados temporales cayó 5,8% interanual. Algo lógico cuando vemos que, por primera vez en cinco años, los visados de obra nueva disminuyeron ya en el tercer trimestre. Más aún al observar que la producción de cemento cayó en cinco de los últimos seis meses. Los asalariados temporales también se redujeron en la Industria y en la Agricultura.
El número de parados creció en siete autonomías: Asturias, Cantabria, ambas Castillas, Valencia, Extremadura y Murcia. Un año antes solo subía en Navarra. Tenemos que remontarnos hasta 2013 para encontrar un número semejante de comunidades con el paro al alza.
A estos síntomas de debilidad hay que añadir el impacto adicional de la nueva subida del salario mínimo. El Servicio doméstico, rama de actividad con mayor proporción de personas cobrando el mínimo legal, el empleo encadena seis trimestres consecutivos cayendo. Se llevan perdidos 61.200 empleos en dos años.
En una economía sana, los aumentos de la productividad permiten aumentar los salarios y, al mismo tiempo, ganar competitividad (reducir el coste laboral por unidad producida). En la España actual, podemos descontar que la productividad (PIB por ocupado) volverá a caer en este primer trimestre. Será el séptimo trimestre consecutivo con descenso de la productividad. Al mismo tiempo, los costes laborales suben por encima de la inflación desde hace tres trimestres; ahora habrá que añadir la presión ascendente inducida por el aumento del salario mínimo.
De la combinación de menor productividad y mayor salario real tenemos que el coste laboral por unidad producida crece, mientras escribo estas líneas, por quinto trimestre consecutivo. Los costes unitarios reales han vuelto, por ejemplo, al nivel que tuvieron al final de 2016, que era el mismo que habían tenido en 2013.
Sabemos cómo acaba esta historia. Si no se actúa a tiempo para corregirla, la pérdida de competitividad se acumula hasta un punto en que se desencadena su corrección por la vía brutal: la destrucción de empleo. Es exactamente lo que pasó entre 2008 y 2013. Lo que no sabemos es si los responsables económicos del gobierno elegirán complacerse con los resultados globales de la EPA o sabrán leer los síntomas de debilidad que incluye la misma antes de que sea demasiado tarde.
Deja una respuesta