1.- ¿Alguien cree que vencimos al comunismo?
El comunismo no fue vencido. Desde su primera victoria en Rusia, y en sólo 30 años, se extendió sobre medio mundo, y occidente hubo de compartir con él su triunfo en la gran guerra. Cuatro décadas después sufrió su inevitable colapso, y gracias a eso pudimos parar su primer y violentísimo embate, que duró 70 años.
La revolución silenciosa sucedió a la revolución armada. El comunismo aprendió de sus errores. Pero sus víctimas no aprendieron de los errores de su verdugo.
El comunismo descubrió que el estado puede adueñarse democráticamente de las rentas y las propiedades de los ciudadanos. Ceder una pequeña parte a las familias para su manutención. Quedarse con el resto. Que el estado puede manosear y establecer límites democráticos a todos los derechos. Y sobre todo al que más importa a los comunistas: el derecho de propiedad.
2.- ¿Qué aprendieron los comunistas de su primer fracaso?
Uno: es necesario que alguien produzca riqueza.
Hasta los comunistas entendieron que el sistema comunista no funcionaba. Hasta ellos se percataron de que era necesario mantener un sistema productivo eficiente que alimentara con su producción de bienes su proyecto de dominio total.
El capitalismo es una máquina de crear riqueza tan formidable que puede producir lo suficiente para dar cómodo sustento a la mitad improductiva de una sociedad.
Sólo hacía falta mantener un reservorio de productores, a los que recluir en una especie de ficción de libertad, con paisajes verdes y soleados pintados por sus paredes…
Dos: es necesario guardar apariencias de democracia.
Hay que hacer las cosas más despacio para que el proceso infeccioso no genere anticuerpos. Chaves, Morales, Ortega, Maduro… sólo son payasos sobreexcitados que no saben gestionar su impaciencia.
Usaremos sus propias normas, sus propias reglas. Eso les tranquilizará. Eso los adormecerá. ¿Quieren democracia?. Les daremos democracia. La aritmética les vencerá. ¿Llaman contrapoder a los medios de comunicación?. ¡Qué gran invento! Los convertiremos en el gran contrapoder de su propio poder. Comunismo desde la escuela. No más gulags.
La revolución sangrienta, la dictadura del proletariado no son ya ideas aceptables. Ni el hambre, ni la muerte, ni la guerra.
3.- ¿En qué consiste, pues, el comunismo moderno?
La base ideológica del comunismo es robar la riqueza a sus propietarios, a las personas que la han producido. Simplemente. Esa es la cuestión básica. En la primera versión de esa ideología destructiva, no se tomaron en consideración cuáles serían las consecuencias de exterminar a los productores, a los creadores de bienes y de riqueza. La consecuencia lógica no era difícil de preveer: la riqueza y los bienes desaparecerían por completo.
En la segunda versión del comunismo, más alevosa, más adaptable, más meditada, renacuajos ideológicos de Gramsci y maestros de la neolengua, se llegó a la conclusión de que no es necesario ni conveniente matar a los productores. La fuente generadora de riqueza es imprescindible. Sólo había que encerrarlos en las granjas productoras del Estado del Bienestar. Una granja cuyas vallas electrificadas son las beatíficas limitaciones a la propiedad, la supuesta redistribución de rentas, el responsable control de la educación, el más que justificado descrédito de los valores tradicionales, etc, etc.
El comunismo aprendió a hacer mejor las cosas, a perfeccionarse. Igual que el hombre cazador aprendió que en vez de matar a los animales, convenía más criarlos en una granja y obtener de ellos el máximo de su producción. En vez de matar al jabalí que vivía en libertad, aprendió a criarlo en cautividad, hacer que se reprodujera y organizar su muerte en función de la producción. Y le llamó cerdo. En vez de matar al bisonte para comérselo, aprendió que era mejor criar vacas que le dieran leche y terneros. Y así con cabras, ovejas y gallinas…
Y así con el homo productor.
El estado cede a sus productores de renta una somera parte de ella para su sustento y el de su prole, para que no se rebelen y continúen con su labor de trabajo semiesclavo.
El estado moderno, denominado “Estado del bienestar”, pero que debería llamarse “Estado semicomunista” ha colectivizado la renta de las familias. Hasta la fecha sólo ha decidido disponer más o menos de la mitad de esa renta, pero ¿por qué debería ser ese el límite?. Es sólo aritmética.
Hay algún límite al expolio?. El 60%, el 70%… el 95%… No hay ningún límite al expolio. Es sólo aritmética.
No se puede esperar un consenso, porque no habrá un status quo, un punto de equilibrio. La estabilidad es aquella que los confiscadores sitúan en el umbral de la rebelión de la clase productora. Es como el mecanismo de un tensiómetro: aumenta la presión hasta el límite y luego la relaja para evitar que la circulación sanguínea se interrumpa. No se recaudará por debajo de ese nivel de tensión, porque sería lucro cesante para ellos. Tampoco por encima, porque provocaría el colapso del sistema productivo.
Sólo hay que justificar el constante aumento del expolio. Para eso el comunismo inventa conflictos sociales que deben ser resueltos con dinero público: luchas obreras, feminismos, ecologismos, animalismos, multisexualismos…
4.- Los tres modelos del comunismo moderno.
El modelo chino/soviético. El modelo europeo/occidental. El modelo del Foro de Sao Paulo.
Los chinos y los rusos proceden de sistemas comunistas. Han aprendido muy bien cómo hacer funcionar su sistema productivo. Les importa menos la apariencia democrática. Los chinos han dejado el problema de la democracia para más adelante, encubriendolo con un arrollador crecimiento económico. Los rusos van sorteandolo entre desayunos de polonio y periodístas francamente muertos.
Los del foro de Sao Paulo proceden de modelos democráticos, pero desconocen cómo hacer funcionar una economía productiva.
El modelo europeo es el que mejor funciona: sin grandes sobresaltos, con desmedidas dósis de amaneramiento y cursilería. Con océanos de adoctrinamiento inoculado por supuestos intelectuales de extrema izquierda en medios y universidades.
5.- La razón de la aritmética. Esclavitud o Libertad.
El comunismo ha hecho suya la aritmética del poder. Necesita disponer de un número suficiente de no-productores que necesiten vivir a costa de los productores.
Sólo necesitan tener un voto más y sólo una sola vez. No necesitan legitimidad ni leyes ni instituciones. El terrible paso de la libertad a la esclavitud sólo depende de una sencilla fórmula: x/2 + 1 = x. Tener un voto más, una sola vez, les da derecho a ejercer el poder sobre todos y para siempre.
El mundo moderno está poblado de bandas de ladrones que acechan nuestra casa. El proyecto vital de los que habitamos en la casa consiste en trabajar y crear riqueza. El proyecto vital del que acecha la casa es robarnos la riqueza. El ladrón provoca el conflicto, siempre mantiene la iniciativa, la tensión, la amenaza de guerra. Nuestra vida no puede limitarse a estar esperar a que entren, pero la suya sí se limita a encontrar la forma de asaltarnos. Por eso el ladrón siempre lleva ventaja, siempre tiene nuevos planes. El comunismo va bastantes pasos por delante.
Tal vez la estabilidad del sistema llamado “estado del bienestar” consista en un pacto tácito entre los productores y los ladrones. Esto ya ocurría en la Edad Media, cuando los territorios pagaban para que se respetaran sus haciendas. El pacto consiste en pagar a cambio de que no nos roben más. Pagar a cambio de disfrutar en paz de parte de lo que producimos. El recaudador nos cobra y nos promete seguridad. Pagamos a cambio de protección.
Tal vez nos de para vivir en paz, pero será la paz de los esclavos.
La humandidad está dando un paso más: el hombre se convierte en un animal doméstico para los líderes-granhermano. Estamos recluidos en granjas, estabulados en la libertad de ser iguales (tenemos establos iguales), en la solidaridad por coacción (todos tenemos pienso y un rato de ocio en la cerca), en el pensamiento revelado (no mugir, no cocear no apartarse de la recua).
La utopía de hoy en día es una sociedad libre. No una sociedad comunista. El comunismo es la realidad. La libertad sólo un anhelo de soñadores.
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