Criminalizando a la caza
En los últimos tiempos hemos visto como -desde colectivos animalistas ultras- se está criminalizando a la caza, hemos visto incluso agresivas campañas de acoso en redes sociales contra cazadores. El objetivo primero es la erradicación de la actividad cinegética, objetivo parcialmente conseguido en Castilla y León con la suspensión cautelar dictada por el Tribunal Superior de Justicia de dicha región. Pero el objetivo final es mucho más ambicioso, consiste en la equiparación moral de los animales y los seres humanos, atribuyéndoles igual dignidad e incluso anteponiendo la vida animal a la humana. De hecho, hoy en muchos sitios está penado romper un huevo de un ave protegida mientras que acabar con la vida de un embrión humano está subvencionado. Lo que demuestra que cuando empiezas a tratar a los animales como personas, acabas por tratar a los seres humanos como animales.
Los colectivos de animalistas radicales no sólo pretenden suprimir la caza, sino que abogan por prohibir el consumo de carne y pescado, imponiendo a la sociedad una dieta vegana. Han llegado a sabotear violentamente el Museo del Jamón de Madrid y diversas hamburgueserías. Los animalistas reclaman que comer jamón sea considerado delito. Detrás del animalismo hay un proyecto totalitario neomarxista que, apelando al emotivismo infantil de las sociedades occidentales, pretende la sumisión de la población a sus doctrinas.
Pero la caza es vida, gracias a los cazadores se mantiene el equilibrio ecológico en el campo, lo que permite un desarrollo armónico del ecosistema, evitando la sobreabundancia de especies que pueden poner en peligro el delicado balance natural.
La caza salva cientos de vidas humanas todos los años al mantener controladas las poblaciones de especies -como los jabalíes- que provocan multitud de accidentes de tráfico y fija población en el entorno rural al proporcionar recursos económicos a los lugareños. La caza reduce los daños al ganado y a las cosechas. Da trabajo y genera recursos a través de los cotos de caza, lo que a su vez permite el desarrollo de actividad económica en sectores adyacentes, como son el hotelero y hostelero. Acabar con la caza y pesca agravaría los problemas de despoblamiento que afectan sobremanera al cuadrante noroeste español, lo que también llevaría a su degradación medioambiental, que tiene en cazadores y pescadores a sus máximos valedores.
Sólo en Castilla y León la caza proporciona 8.000 empleos y genera unos ingresos de 500 millones de euros al año. Y en toda España aporta 6.500 millones a la economía productiva y emplea a 187.000 personas.
Recuperemos la cordura
Va siendo hora de recuperar la cordura y poner las cosas en su sitio. Los seres humanos sí tenemos cierta responsabilidad para con la naturaleza, pero en modo alguno implica que los animales tengan derechos, pues éstos son un atributo meramente humano. Como bien explica mi buen amigo Sergio Marqués “Las reglas de la Vida sobre el planeta no contemplan ni derechos, ni obligaciones, ni deberes. Los derechos son construcciones humanas, aplicables exclusivamente a humanos. Los animales no pueden tomar parte en un contrato social o tomar decisiones morales, y no poseen naturalmente la capacidad para respetar los derechos de otros o entender el concepto derechos”.
JAVIER JOVÉ SANDOVAL (Valladolid, 1971) Licenciado en Derecho, Máster en Asesoría Jurídica de Empresas por el Instituto de Empresa y PDG por la Universidad Oberta de Cataluña, desde el año 2.000 desarrolla su carrera profesional en el sector socio sanitario. Es Socio Fundador del Club de los Viernes y miembro de la Junta Directiva del Círculo de Empresarios, Directivos y Profesionales de Asturias. Actualmente escribe en El Comercio y colabora habitualmente en Onda Cero Asturias y Gestiona Radio Asturias.
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