El concepto de la creación de riqueza
El concepto de creación de riqueza, e incluso el de la riqueza en sí mismo, es habitualmente objeto de grandes equívocos.
La identificación acrítica de actividad económica y creación de riqueza, es uno de los errores más frecuentes en este sentido.
Por ello es importante clarificar a qué nos referimos exactamente cuando decimos que una determinada actividad “crea riqueza”.
Definición estricta de la creación de riqueza
En un sentido estricto, la verdadera creación de riqueza no está contenida en los empleos, ni en los beneficios, ni en los dividendos capitalistas que esa determinada actividad genere.
La riqueza creada, como sujeto objeto de creación, está contenida y representada en el bien o servicio creado.
La verdadera riqueza que produce una fábrica de coches son los coches, la verdadera riqueza que produce una empresa de telecomunicaciones es el servicio que presta y la verdadera riqueza que crea un herrero son los útiles de hierro que fabrica.
Si la creación de nueva riqueza esta circunscrita a los bienes y productos creados, ¿una fábrica que produjese coches, aunque no diera beneficios empresariales, por el simple hecho de estar produciendo bienes, estaría creando riqueza? Desgraciadamente no.
No estaría creando riqueza, sino destruyéndola.
Y esto es así, porque tan riqueza es el coche que se produce como el acero, la energía, o el tiempo y el esfuerzo humano que se utilizan en su fabricación.
Actividades humanas que crean riqueza
Para saber pues si una actividad humana está creando riqueza, tenemos que entender que el producto o servicio final obtenido (riqueza B), debe de tener más valor que el conjunto de elementos que se consumieron en su creación (riqueza A).
En el caso de la espada realizada por el herrero, esta ha de tener más valor que la suma del carbón, el hierro, el tiempo y demás insumos utilizados.
Un proceso que cumpla con estos requisitos creará riqueza, y un proceso en el que la suma de los valores de los factores iniciales consumidos sea superior al valor del producto final, destruirá riqueza. Y en caso de que el proceso destruya riqueza, lo hará de forma irreversible.
La espada no podrá volver a convertirse en carbón y hierro, el tiempo invertido por el herrero no podrá volver a recuperarse.
La siguiente pregunta, parece pues obvia: ¿Existe algún indicador fiable de la creación/destrucción de riqueza?
En realidad, existe un único indicador válido en ese sentido: el beneficio empresarial.
El beneficio empresarial, nos indica si el proceso de producción tiene un valor neto positivo o negativo en términos de creación de riqueza, ya que nos indicará si la sociedad valora más la nueva riqueza creada que la consumida en su proceso de fabricación.
Es el mercado, cuando es libre, el que, al establecer el valor relativo de todos los bienes, los utilizados y los obtenidos, tiene la última palabra en cuanto a si dicho proceso ha sido creador o destructor de riqueza… para la sociedad.
El dinero, entendido como un bien por todos aceptado y reconocido, no es más que un medio que facilita dichos intercambios, pero su mero intercambio no genera riqueza “per se”.
Las subvenciones destruyen la creación de riqueza
En este contexto las subvenciones de cualquier tipo no hacen otra cosa que falsear el indicador principal de creación de riqueza, haciendo que, en muchos casos, procesos destructores netos de riqueza aparezcan como actividades productoras de riqueza por el simple hecho de conferir a dicha actividad un artificioso beneficio empresarial.
Pero las subvenciones no alteran el hecho de que en esos procesos la destrucción real de riqueza sigue siendo la misma.
Los costes en la producción
Por otra parte, el saldo positivo en un proceso de creación de riqueza puede aumentarse tanto aumentando el valor del producto creado, como disminuyendo los costes de la riqueza utilizada en su producción.
De hecho, el “milagro” de la creación de riqueza será tanto mayor, cuanto menor sea la riqueza utilizada o consumida para crear la nueva riqueza.
Es lo que se denomina eficiencia en la utilización de recursos o productividad, incluida por supuesto la mano de obra.
De ahí que una alta productividad cree más riqueza que una baja productividad a igualdad de productos creados.
Excepto que consideremos que el tiempo, el esfuerzo y la dedicación de una persona en su trabajo no tienen valor, una empresa con pocos empleados produce más riqueza que otra que utiliza, para la misma producción final, un mayor número de empleados, aún siendo las dos económicamente viables.
Así pues, sí mediante la aplicación de actuaciones y propuestas de reparto del trabajo ya existente, lográsemos un aumento del empleo sin un aumento paralelo de la producción, modificaríamos sin duda la distribución de la riqueza creada, pero a costa de disminuir inevitablemente la creación neta de riqueza en el país, haciéndonos a todos un poco más pobres.
Cuanta más riqueza mejor
Y recuerden, si queremos elevar económicamente nuestro nivel de vida, el objetivo debe ser crear riqueza…. cuanta más, mejor.
SERGIO JOSÉ MARQUÉS PRENDES (Gijón, 1972)
Licenciado en Veterinaria por la Universidad de León. Desarrollo de productos de producción animal para el sector privado.
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