Papá estado
Pasan los años y el problema, lejos de arreglarse o mitigarse, parece que se enquista cada vez más, resultando muy complejo tratar de transformar una sociedad dependiente de “papá Estado” en una sociedad libre.
Si bien el problema es generalizado, parece como que, en nuestra nación, la garrapata del poder intervencionista se ha introducido más dentro de nosotros dando la impresión de ser incapaces de valernos por nosotros mismo, necesitamos que una administración decida por nosotros qué hacer, cuándo, cómo y dónde.
Una falsa seguridad
La gente en general busca con ahínco, y cada vez más, un líder, tal y como afirmaba José Manuel Otero Novas en su novela El retorno de los césares.
Pero no uno que les lleve o acerque a la libertad, sino uno que los someta a cambio de una falsa seguridad, que se ha demostrado más bien frágil ante los reiterados atentados yihadistas, además, de un falso y engañoso estado de bienestar, pues no puede existir mayor bienestar que el que uno mismo elija y no el que “papá Estado” decida en cada momento el que debemos tener en función del Gobierno de turno o de las circunstancias cambiantes de una economía bamboleante ante el desmesurado e injusto intervencionismo estatal mundial.
La cultura del esfuerzo
En realidad, Alexis Tsipras, Donald Trump, Le Pen, incluso Pablo Iglesias, no son más que el reflejo de una sociedad acomodada, débil y, en cierto modo, embrutecida, que busca desesperadamente que alguien les saque las castañas del fuego, en lugar de hacerlo por ellos mismos, pues tantos años alejados del liberalismo y tanto tiempo bebiendo de las mentiras de la socialdemocracia, sobre todo en Europa, provoca que la gente no sepa que con esfuerzo, en lugar de con subvenciones; con constancia, en vez de desidia; con alegría, en lugar de desesperanza; con iniciativa, en vez de sumisión… se pueden lograr los objetivos que uno se haya marcado en la vida.
Todos los líderes mencionados anteriormente, al margen de su ideología política, están cortados por un mismo patrón económico, un patrón muy peligroso que solo puede conducir a la ruina de la mayor parte de las economías mundiales, este no es otro que los detestables intervencionismo y proteccionismo, donde un poder establecido y no los mercados, decide lo que debe valer el dinero; decide si una empresa privada va a pasar a ser pública o no; aumentan los impuestos de las personas físicas y jurídicas de forma aleatoria y arbitraria… y todo ello, con el único propósito de financiar el gigantesco sistema administrativo y redistribuir la riqueza en función de una serie de criterios, cuando menos discutibles.
Hablar de la libertad
La gente quiere ser libre, habla de libertad
“Yo soy libre. Vivimos en un país libre.”
Dicen muchos, cuando lo cierto es que cada vez más, nos hallamos postrados a los pies de unos Estados todopoderosos que utilizan nuestros impuestos para someternos.
La voz de “papá Estado” se alza fuerte para convencernos:
“No os preocupéis, yo os proporcionaré sanidad, educación, jubilaciones, subvenciones y todo aquello que necesitéis a lo largo de vuestras engañadas existencias”
Todos al mismo tiempo asentimos con nuestras cabezas grises, porque el ser humano continúa siendo el vivo ejemplo de los hombres grises de Momo, de Michael Ende.
Lo que más me asombra es pensar que la gran parte de la población acepta sumisa el pensamiento absurdo de que es normal este atroz intervencionismo, que es normal que se amordace al libre mercado, para ayudar a “los más necesitados”, algo ridículo.
El problema real es que la mayor parte de la gente cree de verdad que el dinero público no es de nadie, como dijo cierta Ministra de ZP, o que el dinero se saca apretando un botón de la Fábrica de la Moneda. Pues, lo cierto es que esto no es así, el dinero del Estado sale de los impuestos de los trabajadores.
Para que una persona tenga ayudas y subvenciones hace falta que muchos trabajemos a diario.
Los liberales debemos seguir adelante
Aun, con todo, los liberales no podemos sumirnos en el desánimo, es cierto que todo se torna oscuro ante un futuro incierto rodeado de personas y líderes que pretenden decirnos qué hacer en cada momento, es verdad que existen partidos y dirigentes políticos que se disfrazan de liberales cuando son tan socialdemócratas como el PSOE y estoy hablando tanto de C’s como del PP.
Pero oídme amigos, hoy más que nunca debemos seguir adelante, luchando, dando la batalla de las ideas, haciendo de muro de contención ante el avance del proteccionismo, ante el arrasador empuje de la socialdemocracia del siglo pasado.
Hoy debemos apretar los dientes y demostrar al mundo entero que otra sociedad es posible, aquella que destaque por el mérito, el esfuerzo, el sacrificio… aquella que sobresalga por encima de la mediocridad.
Pero, sobre todo, hagamos lo que dijo Churchill:
“Never, never, never give up!”
Luis Molina nació en Madrid en el mes de junio de 1974. Cursó estudios de delineación, posteriormente de informática y Derecho. Fue militar profesional, escolta privado y desempeñó distintas funciones en el terreno de la seguridad que lo llevó a viajar por toda España.
En la actualidad compatibiliza su labor de escritor con la de consultor/analista informático, además de colaborar en el diario masbrunete.es.
Sus obras más destacadas son:
– Antología poética, «Vivir soñando».
– Antologías de relatos, «Réquiem por un misterio» y «Cuarenta y un relatos de terror y misterio».
– Novelas: «El asesino del pentagrama», «El tesoro visigodo», «Juego de dioses y peones», «La capital del crimen».
Twitter: @AMusageta
Facebook: https://www.facebook.com/infoLuisMolina
Web: http://www.webluismolina.com
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