El liberalismo y la civilización
Debo confesar que el autor de referencia de mi tesis doctoral en filosofía fue Cornelius Castoriadis, para mí uno de los mejores pensadores de la segunda mitad del siglo XX.
Como filósofo, apenas tiene rival en los no especialistas.
Otra es su trayectoria anterior como polemista de la revista “Socialismo o barbarie”, que abandonó justo en Mayo del 68.
Y aun en esta revista Castoriadis, que se había movido en el comunismo trotskista en su primera juventud en Grecia, se dedicó a destrozar el marxismo y el comunismo soviético en una de sus raíces, cual es la concepción de la historia.
También en su concepción del Estado y de la sociedad.
Para Castoriadis, la sociedad comunista era una sociedad totalmente burocratizada, donde reinaba una imbecilidad generalizada.
El estado
El Estado era la quintaesencia de la separación entre los nacidos-para-gobernar y los nacidos-para-ser-gobernados.
La historia para Castoriadis, desde su concepción del tiempo como alteridad, era creación y no repetición.
No ha lugar a la historia concebida y menos a las “leyes” de la historia y menos aún a la inevitabilidad de las mismas.
El Capitalismo y el Neoliberalismo
Castoriadis fue de los primeros en llamar al “neoliberalismo” “última baratija” del mercado de las ideas, aunque no se puede asegurar si lo dijo acusando a la izquierda de inventarse el nombre o acusando a los supuestos neoliberales (que se sepa, Friedman nunca se llamó neoliberal por aquella época).
Pero Castoriadis siguió criticando algunos aspectos del capitalismo, según en seguida expondré, y del “socialismo o barbarie” pasó a la “ecología o barbarie” en un diálogo con Cohn-Bendit en verdad de bastante corto recorrido.
Desde los años 70, a lo que se dedicaba Castoriadis era a la filosofía con hallazgos verdaderamente notables. Desde 1980 fue profesor en París hasta su fallecimiento en 1997.
¿Qué criticaba en serio Castoriadis al capitalismo de libre mercado?
Para Castoriadis, con algo de razón a mi modo de ver, el capitalismo es el “dominio irracional de la técnica” sin fines conscientes.
Producción de bienes
El asunto es muy complejo para desarrollarlo aquí.
Pero diré dos cosas.
La primera, en la que según mi opinión Castoriadis tenía razón, y la segunda en la que no podía tenerla de ninguna de las maneras.
Creo que Castoriadis tenía razón en criticar el “dominio” digamos omnipotente de la técnica en cuanto consideraba, con razón, que lo propio del ser humano (hombre-mujer) es la acción antes que la producción, siguiendo a Aristóteles.
Y que la producción técnica de bienes y servicios no se puede reducir meramente a relaciones de funcionalidad o finalidad aunque estas sean imprescindibles.
De otro modo, santificamos los medios en la relación medios-fines y finalmente el medio por excelencia, que es la guerra (esto lo sugiere Hanna Arendt).
En lo que no tenía razón Castoriadis es en que los fines del capitalismo sean arbitrarios, inconscientes o “irracionales”, o que en caso de serlo esto sea algo malo.
Como economía aprendí algo más tarde, ahora sí puedo entender más o menos que como ya sabían algunos autores de la escuela de Salamanca, de la escuela ilustrada escocesa o de la escuela austriaca, el mercado es impersonal y no obedece a ningún plan preconcebido o concebido por una mente omnisciente, ni siquiera humana.
Precisamente Castoriadis, el gran filósofo de la imaginación y del ello inconsciente, debería haber pensado esto con plena consecuencia.
Bueno, y después de todo esto, ¿el liberalismo es civilización o barbarie?
Pues lo cierto es que depende de cómo se mire.
Ludwig von Mises y Ferdinand Lasalle
Para nosotros, como para Ludwig von Mises, el liberalismo es la civilización.
Pero para Ferdinand Lasalle y los socialdemócratas, el liberalismo es la barbarie.
Para Lasalle, el señorito fundador de la socialdemocracia, la clase media era “bárbara”, etc.
Para nosotros, y para cualquiera con dos dedos de frente, es lo más aproximado a lo que podemos llamar civilización.
Castoriadis destrozó el marxismo en nombre de un socialismo autogestionario nunca del todo definido (aunque lo ejemplificara en la revuelta anticomunista húngara de 1956) y de la autonomía individual y colectiva, y finalmente de la democracia.
Sin embargo, su ceguera ante la cuestión de los fines del capitalismo nos deja la duda de qué consideraría hoy bárbaro o civilizado.
Profesor de Filosofía y Ciencias Sociales
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