Liberización de la educación
Es por todos bien sabido que cuando a un estatista se le dice que hay que privatizar la educación se echa las manos a la cabeza o interrumpe el diálogo al grito de “facha”.
Sus motivos son básicamente que la educación sería más cara y de menor calidad, pues las empresas no buscarían educar sino inflar la nota para que la gente estudiara allí (contra toda lógica) y que la educación se realizaría solo como capital humano, esto es, se educaría pensando en el mercado y no en la formación de personas.
Debate sobre el libre mercado
Para debatir el primer argumento, es fácil probar que los bienes y servicios que están en el libre mercado tienden a hacerse cada vez más buenos, más baratos y con un mayor volumen de demandantes, incluso en los básicos como la alimentación.
También es lógico saber que en el libre mercado, el que tiene el poder negociador es el consumidor y, por tanto, si los ciudadanos conservamos algo de racionalidad la calidad iría aumentando, pues las escuelas de baja calidad educativa quebrarían ante la pérdida de clientes.
La privatización
No obstante, vamos a suponer que así sea, que la privatización encarecería la educación y le quitaría su “universalidad” y su “igualdad”.
Lo que estos estatistas no entienden es que la privatización más importante no es la de la financiación, sino la de la gestión. Lo más importante no es quién la paga, sino cómo se gestiona.
Así pues si hubiera algún modelo que apueste por la liberalización de la educación (incluida su gestión) manteniendo la financiación estatal para garantizar la “universalidad” y el derecho de los más desfavorecidos los estatistas no deberían poner pegas.
¿Existe tal modelo? Por supuesto.
El cheque escolar
La educación basada en el cheque escolar [aquí] propuesto por Friedman ofrece un modelo tal que el Estado solo se encarga de financiar la educación, siendo la gestión realizada por “empresas” que deben buscar el mayor número de alumnos (para mayor beneficio y crecimiento del centro), las mejores técnicas educativas, los mejores docentes, etc.
Lo que se consigue con esto es introducir, por una parte, el pluralismo o la diversidad en la educación, ya que los padres (y los alumnos cuando tienen suficiente capacidad racional) eligen en qué, cómo y dónde quieren escolarizar a sus hijos y, puesto que cualquiera podría abrir una escuela, la educación estaría en continua evolución, adaptándose constantemente a los consumidores.
La competencia
Y por otra parte, la competencia (qué sana es y cuánto la odian los estatistas) tanto a nivel de centros, que competirán por tener la educación que más guste a los consumidores, como a nivel de docentes, que competirán por educar de la mejor forma para atraer alumnos y aumentar su salario (o bien con la negociación con el centro o bien por la competencia entre centros) e incluso de alumnos, ya que las mejores escuelas rechazarán al alumno que molesta y entorpece a los demás echándolo del centro y, si los alumnos son racionales, buscarán su mejor educación.
Conclusiones
En conclusión: la liberalización de la educación no tiene por qué implicar una educación para ricos ni afectar a la universalidad de esta. Prueba de esto es la educación del cheque escolar que incentiva el esfuerzo, la innovación y la calidad en la docencia.
Libertario y antiestatista. Estudiando Ingeniería de las Tecnologías Industriales en la UPV.
Menuda paletada de artículo
Me ha gustado mucho el artículo, pero a ver quien le mete esto en la cabeza a un socialdemócrata. Efectivamente, una educación liberalizada y abierta al mercado, no tiene porque ser para ricos, y medidas como la del cheque escolar son perfectas para garantizar su accesibilidad. Después, la ley de la oferta y la demanda, haría que los colegios de peor calidad quedasen sin alumnos poco a poco, hasta tener que cerrar y dejar paso a otros, así que a la larga todos buscarían ofrecer el mejor servicio posible, y todos saldríamos ganando.