La tiranía de los imbéciles (Editorial United PC, 2014) es un peculiar ensayo en el que su autor, el periodista Carlos Prallong (Gijón, 1974) que en esta ocasión firma bajo el pseudónimo C. P. Weiller, profundiza sobre la infantilización que la socialdemocracia ha traído a las sociedades en las democracias occidentales.
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La aproximación a dicha infantilización social, que no pretende ser académica en ningún momento, es abordada desde el humor y la cotidianeidad; y para ello el autor centra su discurso sobre un personaje genérico fácilmente reconocible, el prototipo del “imbécil” occidental, definido como aquél que se caracteriza por renunciar sistemáticamente a asumir su responsabilidad individual. Esa renuncia a la responsabilidad deriva inevitablemente hacia una tiranía de la mayoría, que a su vez está compuesta principalmente por más “imbéciles”
Tras el prólogo que firma Mario Conde, comienza el texto explicando cómo en las sociedades occidentales todos nosotros, en cuanto ciudadanos, somos considerados imbéciles, para a continuación explicar cómo “el imbécil” se vale de la protesta para dividir la sociedad en buenos y malos, o víctimas y verdugos; y exigir cada vez mayores dosis de organización (regulación y leyes).
Repasa el autor los diferentes puntos de la Historia que marcan al imbécil contemporáneo, facilitando no pocos ejemplos cotidianos (con buenas dosis de humor en ocasiones) que no sólo ilustran el argumento sino que exponen las innumerables contradicciones y paradojas en las que cae el “imbécil”, y que irremediablemente se transmiten a nuestras sociedades. Así llega a trascender a la política (a la que condiciona apropiándose de “la mayoría”), afectando de pleno a nuestros aparatos judiciales y medios de comunicación.
A partir de ahí, reflexiona el autor sobre cómo el imbécil instaura la protección y la seguridad como los valores fundamentales de nuestras sociedades, prostituyendo así los conceptos de derechos y libertades, y reduciendo las segundas exponencialmente. Se establece así una tendencia (reforzada por una educación sobre-protectora) que de no revertirse, en palabras del autor, derivará indefectiblemente en un Estado-prisión, al modo y manera de los vaticinados por Orwell o Huxley.
Finalmente el libro deja a un lado al personaje del imbécil para pasar a referirse a la imbecilidad, exponiendo la autocrítica que el texto supone; y propone diferentes actitudes que podrían ayudar a revertir la dinámica de la “Tiranía de los imbéciles”. Todas ellas centradas en el individuo frente a los colectivos y, sobre todo, en la asunción de la responsabilidad individual; esencia misma de lo que es la libertad.
En definitiva, un libro ameno y sencillo; que retrata con humor muchos de los aspectos en los que desgraciadamente estamos convirtiendo la sociedad occidental. Si quieren pasar un rato agradable, leyendo un poco de liberalismo fresco y transgresor, este libro puede ser una buena elección.
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