A los políticos de la izquierda progre, resolver problemas, les interesa tan poco como a los políticos de centro derecha o quizá un poco menos.
Lo que sí hacen los políticos de la izquierda progre es utilizar los problemas en su propio beneficio de forma magistral. Algo que no saben hacer en absoluto los demás, salvo, claro, los nacionalistas, que han adquirido todos los hábitos de la izquierda.
Si les parece, vamos a plantear la teoría de cómo gestiona la izquierda el desarrollo y la solución de problemas.
Primero hay que tener en cuenta que el político progre no es un trabajador de fondo, de hecho, al político progre no le gusta trabajar, por eso es político. Pero sí es planificador, al contrario que el de centro derecha. El político progre sabe que tiene que sembrar, aunque en realidad va a copiar la siembra que otros políticos progres han hecho ya en otros lugares. Es plagiador.
Por eso el político progre comienza buscando un problema real. El problema puede ser pequeño o grande, puede tener que exagerarse o magnificarse, pero necesita una base real, ya veremos por qué.
Una vez surge la idea de qué problema utilizar, hay que darlo a conocer, porque generalmente el problema, hasta ese momento, es tan poco problema, que no es conocido, al menos en la formulación que va a presentar el político a la sociedad. Afortunadamente, para él, el político progre cuenta con una cohorte de comunicadores fieles, primero porque la mayoría de los periodistas son progres, al igual que la mayoría de los ingenieros o los fontaneros son de derechas, y segundo, y más importante, porque los medios de comunicación dependen en gran medida del poder público y el político progre sabe manejar esta dependencia sin ningún escrúpulo. Al de centro derecha le sale peor.
El segundo paso, una vez es conocido el problema, hay que crear una minoría extractiva que viva de él: Un observatorio, unas becas universitarias, una línea de ayudas, un centro de estudios, una acción coordinada que contratará expertos, hacen falta muchos expertos, etc. Esto generará primero un grupo de población que vivirá del problema, que además serán considerados héroes sociales, porque son ellos los que se enfrentan al problema y no hay nada más digno que luchar contra el problema. Este grupo además reforzará el conocimiento del problema, publicará sus trabajos, se manifestará, en definitiva, ya no van a parar porque han encontrado cómo ganar dinero, haciendo de héroes, y encima no necesitan dar un palo al agua, aunque estén muy atareados.
A continuación, una vez consultados los expertos, el político propondrá soluciones: leyes, medidas a largo plazo, más fondos, etc. Por supuesto, estas medidas no van a resolver el problema. El político progre no quiere que el problema se resuelva. Si el problema se resuelve tendrá que buscar otro problema y ya dijimos que es poco trabajador. Sin embargo esas medidas sí van a generar un mayor poder para el progre y sí van a detraer fondos para sus partidarios.
Ya se ha tendido el anzuelo, sólo hay que esperar: El político de derechas está a punto de ponerse la soga al cuello.
Lo primero que va a suceder, llegados a este punto, es que el político de derechas va a negar el problema. El muy torpe no va a buscar una solución alternativa, no va a hacer una propuesta más acorde. No va a ajustar el problema a su magnitud real. No. Porque el político de derechas tiene en común algo fundamental con el progre: tampoco le gusta trabajar. Y, claro, es mucho más fácil negar un problema, que dedicarse a deshacer todo lo que tiene liado el político progre. Las explicaciones largas no se comprenden. El mensaje directo, cala.
En este mágico momento un caso real de alguien que está sufriendo el problema saldrá en portada de toda la prensa progre y en parte de la que no lo es. Si se ha elegido bien el problema, y por esta razón debe ser real, habrá casuística suficiente para elegir el momento sin necesidad de crearla, de lo contrario también se puede forzar la noticia: Hasta hemos oído hablar de terremotos causados por el cambio climático cuando tardaba en llegar una buena tormenta.
El político de derechas en este punto ha quedado desprestigiado. En todos los debates se le recordará que negó el problema y que la derecha no quiere resolver el problema y que el problema es real. Ahora, curiosamente, la solución del problema que preconizó el político progre se convierte en la única posible y se pone en marcha… incluso si está gobernando el político de derechas, que ya no se atreverá a oponerse.
En resumen, el político progre publicita un problema, genera una minoría extractiva, propone gasto para resolverlo o paliarlo, gasto que le será útil en el futuro, espera a que su rival niegue el problema. Presenta un caso real. Desprestigia al oponente. Implanta sus medidas. Gana las elecciones. Y… Como las medidas no resuelven nada, refuerza las medidas.
En este momento el político de derechas sí intentará resolver el problema, con el propósito de que deje de hablarse de él. Si consigue resolverlo, el progre se pondrá la medalla y, contrariado, irá a trabajar en la búsqueda de otro problema.
Para concluir podemos comentar algunos ejemplos de problemas graves unos, casi inexistentes otros, pero aprovechados todos por la izquierda para conseguir fondos, poder, superioridad moral y victorias electorales:
En el puesto de honor figura el agujero de la capa de Ozono, felizmente solucionado diez años antes de lo previsto. Y los no resueltos: Desahucios. Brecha salarial. Plástico. Perspectiva de género. Violencia pasional. Cambio climático. Riesgo de exclusión. Desnutrición infantil. Seguridad de ascensores o calderas de gas. Inspección técnica de vehículos o edificios, tan bien aprovechada por el nacionalismo catalán. Y por último, los dos que más influencia tienen y que llevan tantos años entre nosotros que nadie los pondría en este grupo: La educación y la sanidad públicas.
Nacido en Madrid el 6 de Febrero de 1960.
Ingeniero Industrial por la ETSII de Madrid.
Casado, cuatro hijos.
He sido director de sistemas de varias empresas, dos de ellas multinacionales de producción con más de mil trabajadores.
En este momento soy director de sistemas en una pequeña empresa tecnológica.
He impartido formación en diversos entornos y he sido consultor freelance.
Mis principales aficiones son la astronomía y el vino.
Acertado análisis de como actúan los demagogos con la aprobación de una parte de la ciudadanía