En la noche del sábado 24 al domingo 25 de marzo, pasamos del horario de invierno al horario de verano (debido a ello, dormiremos una hora menos), siendo a las 3 de la madrigada las 2. El primer horario retornará el último domingo de octubre.
Dentro de la Unión Europea (UE), la fase horaria de verano empieza el último domingo de marzo, terminando el último de octubre. Así pues, en 2018, el horario de invierno comenzará, aproximadamente, el 29 de octubre. Se dice en la aún válida directiva de la UE, de enero de 2001: «empezando en 2002, la fase del horario de verano termina en cada país miembro de la UE a la 1:00 UTC, el último domingo de cada año«.
En Polonia, el cambio horario está regulado por una ordenanza del Primer Ministro. La previa funcionaba hasta 2016 y, algunos de los oponentes al cambio horario como, por ejemplo, la Fundación Republicana y la Asociación KoLiber, pidieron a la entonces Primer Ministro Beata Szydlo que no actualizara dicha ordenanza, aunque finalmente lo hizo en noviembre de 2016, cuando se estableció la preservación del uso de ambos horarios hasta 2021.
En el otoño de 2017, en el parlamento polaco, el Partido Popular Polaco (PSL) presentó una proposición de ley que invalidaba el cambio horario. El proyecto proclamaba que Polonia permaneciera con el horario de verano, empezando el 1 de octubre de 2018. Aunque el proyecto contó con un consenso de la comisión parlamentaria de Administración y Asuntos Interiores, el proceso de trabajo sobre el proyecto se paralizó porque primero estaba cambiándose la directiva de la UE.
A comienzos de febrero de 2018, el Parlamento Europeo aprobó la resolución, que llamaba a los Estados-miembros a comprobar detalladamente su necesidad de cambiar la hora dos veces al año y si es necesario -para reformar la respectiva ley. La portavoz de la Comisión Europea, Mina Andrewa, dijo que dicho ente estaba listo para hacerse cargo del asunto del cambio horario, incluyendo la renovación de la directiva comunitaria previamente mencionada.
El principal argumento para el cambio de horario unas dos veces al año es la búsqueda de la eficiencia de la luz diurna y el ahorro de la electricidad, aunque hay una gran controversia en relación a los mismos que, de hecho, son un elemento de debate. Al respecto investigaron los dos entes pro-mercado escépticos del cambio horario, previamente mencionados, recurriendo a investigaciones accesibles según las cuales el cambio horario no tenía influencia alguna en «problemas energéticos».
Adicionalmente, la Fundación Republicana y la Asociación KoLiber, autoras del manifiesto «Un buen cambio es no cambiar… la hora», señaló que entre los resultados negativos están los cambios de las programaciones de las compañías logísticas, cerradas debido al horario nocturno de los sistemas bancarios o la desventajadora influencia en los comerciantes de mercados de stocks. En la opinión de los autores, brevemente, tras cada cambio horario, la eficiencia disminuye y el despido de empleados aumenta.
Hay una multitud de estudios sobre la influencia del cambio de hora en el uso de la energía, la salud o el marco mental. Los estudios sobre la energía, hechos en el Estado de Indiana, han mostrado que los precios de la factura eléctrica incrementaron en breve tras el cambio al horario de verano. Pero la investigación en el Estado de California mostraron que el cambio de hora no altera los precios de la factura. Los japoneses concluyeron que usando solo el horario de verano, el uso de dióxido de carbono disminuiría en 400.000 toneladas y 930 millones de litros de fuel. Es más, incluso la delincuencia callejera disminuye en un 10%.
Los científicos de la Universidad de Turk (Finlandia) han mostrado que cambiar al horario de verano, con la consiguiente disrupción del ritmo diario, da lugar a una probabilidad muy alta de sufrir un ictus, pero solo temporalmente. El análisis de la información médica de los fineses, de los últimos 10 años, ha mostrado que la frecuencia de ocurrencia de un ictus era un 8% mayor en los dos primeros días del horario de verano. Sin embargo, tras los dos primeros días, no hubo diferencia alguna. El análisis también enseñó que los enfermos de cáncer estaban más expuestos -en un 25%- al mismo directamente, tras el cambio, que en cualquier otro momento del año antero. El riesgo fue altamente observable entre las personas de edad avanzada, mayores de 65 años (la probabilidad de sufrir un ictus fue un 20% mayor que en otras semanas).
«El cambio horario afecta a la gente con severos trastornos del sueño o inestable ritmo diario» dijo el doctor Michal Skalski, de la Clínica de Tratamiento de Trastornos del Sueño de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad Médica de Varsovia, a la Agencia de Prensa Polaca. También dijo que el cambio horario no era la principal causa de problemas de salud, sino que no aplicarlo podría dar resultados positivos. «Usando el horario de invierno y el de verano es uno de muchos factores influyentes en la vida de las personas» señaló además (usar dos horarios no es un problema más económico, así que usar solo ono de ellos eliminaría uno de los factores incorrectos y de estrés).
El cambio horario probablemente se propuso, por primera vez, en el siglo XVIII. La principal razón fue el ajuste de horas de actividades a momentos en los que había mayor luz solar, ahorrando así dinero (por ello este ajuste se conoce como el «horario de ahorro de luz diurna». En Polonia, este se introdujo en el periodo de entreguerras, cerca de 1946-1949, 1957-1964, y desde 1977 hasta el día de hoy.
PRESENCIA EN MEDIOS
Asociación liberal-conservadora de Polonia.
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