Odian a la Santina, al Rey, a la Princesa de Asturias y hasta la propia bandera asturiana, de la que eliminan de la Cruz de la Victoria el alfa y el omega y le añaden la estrella de cinco puntas comunista. Y odian a España. Les hemos visto estos últimos días intentando sabotear –infructuosamente- la visita Real al Real Sitio de Covadonga con motivo del triple centenario: de la Coronación de la Virgen de Covadonga, el de la creación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga y el decimotercer centenario de los orígenes del reino de Asturias. Empapelaron Asturias con carteles contrarios a la Corona y colgaron del puente romano de Cangas de Onís una pancarta en el mismo sentido. Pero no consiguieron evitar el masivo y caluroso recibimiento que miles de asturianos dispensaron a Sus Majestades.
Por odiar, odian hasta el nombre de Oviedo, el de San Claudio, Arriondas o Gijón. Odian hasta la propia lengua de los asturianos, que es un español trufado de deliciosos modismos y giros locales; y también odian las prácticamente extintas variedades dialectales de los bables, a los que quieren sustituir por el «babloa», ese constructo artificial de filólogos subvencionados. Es más, estoy convencido de que muchos de ellos –por su profundo odio a España- hubieran preferido que Pelayo hubiera perdido contra las huestes de Munuza en la Batalla de Covadonga.
Odian el carácter abierto de los asturianos, su espíritu generoso y de acogida. El proyecto que tienen para esta tierra no tiene nada que ver con Asturias, su proyecto se parece más al de los hermanos Castro y al de Maduro o -por no irnos tan lejos- al régimen supremacista del nacionalismo catalán. Quieren subvertir y acabar con todas las instituciones tradicionales de Asturias e imponer un nuevo régimen de inspiración bolivariana. Para ello se sirven de una neolengua extraña a los asturianos, una neolengua artificial que ni tan siquiera ellos hablan ni emplean, pero de la que quieren servirse para concederse privilegios laborales en el acceso a la función pública, creando así un sistema de castas con trabajadores de primera y de segunda. De esta manera, pretenden blindarse plazas de funcionarios. Quieren ensimismarnos y encerrar Asturias tras los Picos de Europa, convertirnos en una especie de Bután atrasado y escondido entre las brumas y las montañas. Su propósito es impedir la llegada de profesionales de primer nivel que les puedan disputar los menguantes empleos de una Asturias ya en decadencia, empleos que ellos consideran suyos, de su propiedad. Ellos, como Trump, enarbolan el “american first” reconvertido en el “falantes first”. El conocimiento del engendro del “babloa” se establece como prueba de sumisión ideológica al régimen asturchal.
Si le quitamos a Asturias todo lo que ellos odian ¿qué queda de Asturias? Su modelo para Asturias no tiene nada que ver con Asturias; su modelo es el de una ultra izquierda nacionalista enemiga del progreso social, un modelo de sociedad subsidiada y sedada, sin pulso económico ni vigor social. Enemigos del capitalismo, del libre mercado, de la atracción de talento y capitales, sus recetas no pueden más que traer empobrecimiento, frustración y pérdida de libertad. Se envuelven en su bandera estelada pero en el fondo odian las esencias más auténticas de la asturianía.
JAVIER JOVÉ SANDOVAL (Valladolid, 1971) Licenciado en Derecho, Máster en Asesoría Jurídica de Empresas por el Instituto de Empresa y PDG por la Universidad Oberta de Cataluña, desde el año 2.000 desarrolla su carrera profesional en el sector socio sanitario. Es Socio Fundador del Club de los Viernes y miembro de la Junta Directiva del Círculo de Empresarios, Directivos y Profesionales de Asturias. Actualmente escribe en El Comercio y colabora habitualmente en Onda Cero Asturias y Gestiona Radio Asturias.
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