La tercera vía fundada por Perón pudo haber sido real y efectiva hasta los tiempos en que su vida expiró. La propuesta que tardíamente valoran en la actualidad desde las fronteras de Occidente, de estar en la intersección entre el liberalismo y el comunismo, pudo haberse consustanciado de sentido geopolítico y político filosófico, hasta unos años más luego de caído el muro de Berlín. Seguir insistiendo en este imposible, de reconvertir, deconstruir o regenerar un peronismo de tercera vía, como tercero excluyente, es ni más ni menos que dejarlo arrumbado en el olvido de la historia, o en la libre disponibilidad de los oportunistas de feria, que, por derecha o por izquierda, y sin esgrimir, razones conceptuales, se sienten con la autoridad política y teórica de expresar que el peronismo tendría más sentido por ejemplo, como una subsidiaria del socialismo o en su epifenómeno populista o progresista como lo fue de un tiempo a esta parte en América Latina.
En la compleja como extensa, pero no por ello necesaria o imprescindible tarea, de argumentar las razones sobre todo políticas de realpolitik en su sentido que invoca al pragmatismo a ultranza, de ubicar al peronismo como posibilidad política dentro del liberalismo, damos paso a preguntarnos aquello de lo que pretendemos dar una respuesta, que nunca será unívoca ni exclusiva o excluyente. ¿Uno puede heredar la pertenencia a un partido político? En el caso de que así fuera, ¿se debe conservar, es decir continuar, bajo la férula de esa herencia-mandato sin salirnos de ella o sin modificarla? Con el paso del tiempo, ¿qué se mantuvo o que se mantiene de ese partido político que como objeto heredado nos exigió siempre que lo acompañemos, aun cuando vacilábamos de nuestras propias convicciones? No muchos se valoran, asimismo como a su comunidad, de tal modo para plantearse algunas, o semejantes, de las cuestiones expresadas.
En teoría, en una comunidad democrática tendríamos que ser propalados, promocionados, para permitirnos estas como tantas otras preguntas, sin embargo nuestra democracia a modo y tal como la concebimos nos da elecciones, en donde entre tantas cosas que no elegimos es precisamente el partido político al que podríamos pertenecer o las razones por las que pertenecemos al mismo y no a otros o a ninguno. En lo que debería constituirse como un «laboratorio democrático» que funciona en otras latitudes de nuestro occidente, deberíamos asistir, voluntariamente, todos los que así lo deseemos para ver en tal lugar, como están nuestros valores que nos hacen pertenecer a un partido o incluso al gueto de la independencia. Es más fácil, como doloroso y angustiante, pese a ser vital, sacarse sangre o dejar orina para que se nos estudié orgánicamente. En este laboratorio, el planteo es con respecto a nosotros mismos, el indagarnos en relación a nuestros pensamientos políticos, apartándolos del origen de los mismos, es decir así sean heredados o planteados por la indiferencia o por el bombardeo mediático. La cuestión pasa, y es lo esencial, que una cultura o una sociedad democrática debería alentar a todos y cada uno de sus integrantes que se cuestionen lo que han heredado. Quieren dejarlo de lado, modificarlo o seguirlo como un mandato. A los únicos que no les conviene que esto suceda es a los que se reditúan de las cosas dadas, los que están en el pináculo de las decisiones y que para ello, necesitan que el resto, siquiera queramos decidir a qué o donde pertenecemos, ideológicamente. Ellos, que son lo que se benefician con lo incierto o indeterminado, con la excusa del dato de color, de la anécdota de la sociedad de los valores y de toda esa discursividad tóxica que lo único que promueve es la promiscuidad y los abusos en donde siempre pierden los más débiles y menos poderosos.
Plantear que el peronismo es liberal tiene como objeto reducirlo a su expresión esencial. En el actual contexto, sería tener como prioridad política, sacar a la mayor cantidad de gente posible, en el menor tiempo, de la pobreza y la marginalidad. Todo el resto es mística o historicismo o sentimentalismo peronista, no debe ser confundido con el peronismo electoral, ese del que se nutren los sinvergüenzas de turno, para tocarle las fibras íntimas a los que pueden tener una relación, sobre todo pasional, con el peronismo y en base a tal conexión le pretenden arrancar el voto y girarlo, negociarlo en las mesas de poder. Sí algo debe rediscutirse del peronismo es aquella definición del propio Perón, acerca de que en los tiempos en los que vivió existía, o era su pretensión política, una sola clase de hombres; los trabajadores. De aquel tiempo a esta parte, nadie ha planteado aún, que el sujeto histórico de la democracia debe dejar de ser el individuo. Nos urge el hacerlo, dado la problemática manifiesta y sistemática, en los diversos lugares en donde se lleva a cabo el ejercicio democrático moderno en los distintos puntos del globo. Ofreceremos una extensividad necesaria de argumentación para sostener lo afirmado, sin que por ello nos acerquemos un ápice a demostrar el obvio y manifiesto fracaso, rotundo y contundente, en que la democracia naufraga, producto de no modificar tal sujeto histórico; es decir la individualidad, en la que sostiene, la legitimidad del pacto suscripto entre los ciudadanos y sus representantes. Como bien sabemos esa legitimidad, es la que cíclicamente cae en crisis cotidianas, y que diferentes autores, tanto intelectuales como comunicadores, le ponen nombres varios, y le dedican extensas páginas de actualidad como de ensayos académicos, sin que puedan arribar a la sustancialidad de lo que diagnostican y abordan con taxativa precisión.
Filósofo, psicólogo y escritor. Obras:
- Novela “El Macabro Fundamento” en el año 1999. Editorial Dunken. –
- “El hijo del Pecado” Editorial Moglia. Octubre de 2013.
- “El voto Compensatorio”, Editorial Ediciones Académicas Españolas, Alemania. Abril de 2015.
- “La Democracia Incierta”, Editorial SB. Junio de 2015.
- “El acabose democrático” Ápeiron Ediciones. Agosto de 2017.
- “La democracia africanizada”. Editorial Camelot. Julio 2018
- “Interdicciones filosóficas, políticas y psicoanáliticas. La vulva democrática”. Editorial Kolaval. Edición en agosto de 2020.
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