Segunda parte
La nueva representatividad de lo democrático, además estaría sometida, a un resultante concreto, determinado y observable. Ya no sería como lo es, una cuestión hermenéutica. Es decir, el juego dialectico al que someten al ciudadano sus representantes daría por terminado y concluido por su propia y falaz inconsistencia.
Ya no estaríamos presos de discursos, de palabras en zigzag y campañas de todo tipo y color, para que les demos la razón a unos y a otros, para que finalmente, todos y ninguno a la vez tenga parte o nada de la misma. El peronismo, como concepción de la política, es patrimonio de nuestra argentinidad, así, incluso y por sobre todo, estemos en sus antípodas. Cuestionar al peronismo, es cuestionar la pobreza e inferir tanto que la avaló, promocionó y acrecentó, como todo lo contrario. El peronismo es una categoría que nos permitiría abordar la cuestión de la pobreza desde sus diferentes perspectivas y soslayarla desde sus rincones más insospechados. La razón de la institucionalización del estado político se encuentra en «vivir en seguridad y evitar los ataques de los otros hombres […para lo que] nos puede prestar gran ayuda la vigilancia y el gobierno humano. A cuyo fin, la razón y la experiencia no nos han enseñado nada más seguro que formar una sociedad regida por leyes fijas, ocupar una región del mundo y reunir las fuerzas de todos en una especie de cuerpo, que es el de la sociedad…El Estado se justifica por la seguridad y riqueza que proporciona, pero especialmente porque es el medio adecuado, el medio derecho, en el que puede cultivarse la razón. Desde aquí no será difícil llegar a afirmar que el Estado o es racional o no es. Baruch Spinoza, el filósofo citado, no trata de salir de un estado para entrar en otro, sino de justificar la mejor forma política que permita no sólo nuestra preservación, sino también nuestra realización, esto es, la mejor forma política que se componga con nuestra naturaleza. La razón es evidente, «cada uno de ellos [de los hombres] posee tanto menos derecho cuanto los demás juntos son más poderosos que él».
Es decir, el derecho se resuelve en términos de poder por lo que una multitud unida establecerá el derecho común al que me he de someter y en el que encontraré los únicos derechos que pueda poseer. El liberalismo es una cuestión ontológica antes que política. El peronismo es una filosofía política, con aplicación en la dinámica misma del quehacer político. En el terreno, en el campo de juego, el liberalismo, más allá de sus principios o reglas económicas que tampoco por definición pueden ser unívocas es el punto de partida, mediante el cuál el hombre occidental desanda su experiencia entre lo individual y lo colectivo. Para ponerlo en términos de Perón, liberales somos todos, nos guste o no, lo reconozcamos, lo neguemos, abjuremos, luchemos en contra o nos enarbolemos en su defensa o retórica, ahora, peronistas liberales, demasiados, que no han sido caracterizados como tales, por la conveniencia de sectores, que no defienden ni la libertad ni el desarrollo, mucho menos los principios humanistas por los cuales nació el peronismo, reduciendo a esta filosofía política, a una suerte de subsidiaria, de segunda marca, de otras experiencias políticas que ya brindaron lo mejor de sí en algún tiempo de la historia.
Lo que no se reconozca como peronismo liberal no será más que la expresión de dogmas de culto aplicadas en otros recintos del globo, como así también si el liberalismo no se pliega al abordaje que le propone el peronismo, se reducirá en su germen de exclusión excluyente que lo ha alejado por años de los mandos políticos y sociales.
Finalmente un peronismo liberal debiera defender principios, además del histórico de la justicia social, del propuesto de dar prioridad al pobre por sobre el trabajador, el arancelamiento del voto (para transparentar la financiación política pudiendo pagar en dinero como en tiempo de servicio a lo democrático) , su no universalidad (se propone voto compensatorio) la publicidad y publicación del sufragio (tal como sucede en la actualidad, reconvirtiendo de hecho la norma de siglo atrás que disponía la contrario que ya no se cumplimenta ni tiene razón de ser) la condición voluntaria del mismo, la posibilidad de instituir el «voto anticipado», sugiriendo además herramientas como el servicio democrático obligatorio, la constitución de un índice democrático de relevamiento ciudadano, la constitución de un gabinete en las sombras para la oposición, que ésta integre el ejecutivo, en proporcionalidad de votos como se integra el legislativo (en términos efectivos que los vices sean los segundos más votados), la reconstitución del poder judicial (discutiendo liberalmente sí a solo firma de un juez, por el título de tal, se puede disponer por ejemplo de la libertad ambulante de un procesado, o sí efectivamente se debe continuar con el mandamiento engañoso de que debe ser independiente) y la consolidación de instrumentos existentes como; la consulta popular, la revocatoria, las audiencias públicas y la accesibilidad que permite o promueve una mínima transparencia en la cosa pública, que es la máxima aspiración que debiera tener la política como expresión independientemente de cómo se llame, o como la llamen, ideológica, filosófica o dogmáticamente.
PD: Los conceptos de: voto compensatorio, voto anticipado, voto arancelado, índice democrático, servicio democrático obligatorio y redefinición del poder judicial, son desarrollos teóricos que en cada uno de los casos hizo público el autor.
Filósofo, psicólogo y escritor. Obras:
- Novela “El Macabro Fundamento” en el año 1999. Editorial Dunken. –
- “El hijo del Pecado” Editorial Moglia. Octubre de 2013.
- “El voto Compensatorio”, Editorial Ediciones Académicas Españolas, Alemania. Abril de 2015.
- “La Democracia Incierta”, Editorial SB. Junio de 2015.
- “El acabose democrático” Ápeiron Ediciones. Agosto de 2017.
- “La democracia africanizada”. Editorial Camelot. Julio 2018
- “Interdicciones filosóficas, políticas y psicoanáliticas. La vulva democrática”. Editorial Kolaval. Edición en agosto de 2020.
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