No creo que a estas alturas nadie dude que un liberal, aunque sea el más minárquico, estará a favor de la mutualización obligatoria en Sanidad. Esto es, la suscripción a una póliza que habrá de contener una serie de coberturas sanitarias mínimas, poco más o menos las que nos proporciona la actual Seguridad Social, atención al parto, vacunación, enfermedades y patologías frecuentes, etc, incluso cáncer. Podemos discutir horas sobre la idea preconcebida que tienen muchos colectivistas de que la privatización de la sanidad implica la pérdida de cobertura sanitaria si no puedes pagártela, nosotros sabemos que una cosa es la privatización del proporcionador del servicio y otra muy distinta la inobligatoriedad de la mutualidad o seguro antes mencionado. Dicha inobligatoriedad coloca el escenario político en el libertarismo, no el liberalismo, y por ello creo que huelga en el presente debate.
Otra cosa es que el Estado subvencione la póliza del seguro sanitario obligatorio a aquellas personas que no podrían pagárselo, pero eso no entraría entre las contingencias propias del seguro sino de un ámbito distinto que es el de la caridad o las ayudas sociales, que es otro debate. Aplicado a lo que viene siendo nuestra situación actual, no sería muy distinto del modelo de cheque sanitario, una cantidad previamente cobrada mediante impuestos generalistas que es otorgada al ciudadano en forma de cheque para que éste lo gaste obligatoriamente en la póliza de la aseguradora de su elección, básicamente lo que nuestros funcionarios disfrutan con el MUFACE, pero extendido a todos (huelga decir que las aseguradoras no podrían rechazar el asegurado).
Puntualizar que todos los liberales que conozco transigirían en que el estado (mínimo) exigiese a esas aseguradoras avales suficientes para garantizar su actividad por unos meses aún en caso de quiebra dolosa, de forma que el listado de aseguradoras a las que optar estuviese, de alguna manera, auditado por el estado.
Por resumir, el sistema sanitario en el liberalismo más extremo, sin entrar en el libertarismo, consistiría en un seguro obligatorio, con unas coberturas razonables, que sería pagado por los propios ciudadanos vía impuestos, y quedando a su elección la aseguradora a la que cotizar la póliza resultante (subvencionada en los casos extremos), en base a la cartera de proporcionadores del servicio que éstas tuviesen contratados, o cualquier otra consideración libre, como consumidores.
El resultado es un sistema sanitario sujeto a mercado, y por ello a las exigencias crecientes de los consumidores en cuanto a calidad del servicio y profesionalidad, y por todo ello óptimo en términos de relación coste/servicio.
Los conservadores, sin embargo, no pueden evitar caer en el paternalismo a la hora del librado de un servicio tan sensible como es el sanitario. El resultado es un servicio sanitario en régimen de monopolio de una única entidad aseguradora y otra sanitaria, que va a elevar su coste hasta consumir más recursos de los realmente necesarios, en forma de impuestos, ya que los edificios y los equipos siguen siendo a precio de obra pública. Bien es cierto que esa posición de dominio del mercado va a otorgar la ventaja de contratar a los profesionales sanitarios a una fracción de lo que éstos podrían exigir en un mercado laboral libre, pero ese ahorro, (que por ejemplo sostiene la falacia de que el español es un sistema muy barato) no abarata el servicio al nivel que llega a hacerlo el mercado libre.
Y bueno, todo lo anterior sin entrar en el tema farmacéutico, el coste de los medicamentos para un sistema liberal que no cree en que la propiedad intelectual sea un tipo de propiedad legítimo no tiene punto de comparación con el conservador, pero aquí ya se solapa otro debate.
En definitiva, se anteponen dos sistemas, ambos GARANTIZAN la sanidad, pero uno es más caro que el otro.
Si de nuevo, como venimos estableciendo en esta serie, el baremo de la “derechosidad” o no de un sistema es lo bien o mal que sirve a la NACIÓN, agente último del mismo, queda meridianamente claro que el sistema sanitario liberal es, de lejos más de derechas que el conservador.
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