La utilización del calificativo Liberal
Esta inquisitiva pregunta ha alterado, desde hace días, mi ritmo habitual.
Y si en un principio no quise darle importancia, llegó en algún momento a inquietarme.
Después de recapacitar, he encontrado el motivo de mi desasosiego: el uso continuado, machacón y a veces hasta liviano, que en muy diversos foros se le da al calificativo liberal.
Definiciones
Aunque siempre hay alguna arista rebelde a ser acotada, en los diccionarios encontramos definiciones que intentan acercarse a la interpretación más temperada y ajustada.
En el foro social, para unos ser liberal es quedar en la indefinición, en ese claroscuro que les permite ir de aquí a allá, sin concretar su Sí o su No a éste o aquel problema.
Otros ven la posibilidad de escapar de responsabilidades, nada los retiene, un edén idílico.
Los ya cargados en años, creen pasar por un lifting con la afirmación «soy liberal«.
Muchos con entusiasmo volátil al son de las encuestas, abrazan esta denominación inserta en la regla milimetrada que marca las distancias entre los talantes políticos.
Y no quiero olvidar a los que tienen como hobby dirigir los dardos sin descanso sobre la diana liberal.
Largo sería si intentase repasar todas las interpretaciones coyunturales en uso.
Buscar la libertad
Por eso, ante esa oferta variopinta voy a diseñar un boceto de ese – ser liberal -.
Como la libertad huelga buscarla sin la ausencia de un límite, pues siempre lo habrá tanto a nivel personal como social, aceptando esta premisa, aspiro a ser libre en una sociedad abierta, que asuma la pluralidad como un activo, en la que ser diferente no sea motivo de exclusión ni de superioridad en derechos.
Una sociedad libre
Una sociedad que no litigue con la esfera privada, ni en el ámbito económico, ni en el familiar, ni en el cultural, y que facilite asociarme a cualquier organización cívica cuyas líneas divisorias se superpongan a las de otras como muestra de interrelación y confluencia en valores.
Ansío que se me permita interpretar mi rol como crea oportuno, sin reparos ni cuotas y que el decir «Yo» pese lo mismo que «Muchos«.
Desearía desde mi posición de profesora abrir a mis alumnos las puertas del saber, detallarles el legado inmenso de los grandes pensadores, las claves del espíritu humano, la historia de la civilización, los difíciles momentos del pasado y ese futuro por trazar; ahora bien, todo ello sin la censura de lo «politicamente correcto«.
No ser discriminada por nacer aquí o allá, por no tener los apellidos del sanedrín identitario, por emplear la crítica a lo que necesita el contrapunto de otra opinión.
Capacidades personales
Es ilusionante pensar, proyectar, diseñar, invertir las capacidades personales y luego recoger los frutos, un pequeño tesoro entre la satisfacción y la gratificación, un legado privado incuestionable.
Elegir en qué lugar vivir, cuándo tener hijos, dónde y cómo educarlos; poder ofrecer a la sociedad mi impronta en ese ir avanzando sin que ningún disciplinado sectario le ponga el cartel de «no adecuado«.
Competir no sólo en el deporte sino también en el mundo laboral, en el de las ideas sin prostituir el lenguaje.
Tener claro el ámbito del Estado y el de una sociedad activa por la presencia responsable de cada uno de los individuos que la forman.
Tener derecho en la escuela, en la vida pública a la lengua oficial de mi país, y sin el ojo avizor del censor de turno, al despertar cada mañana poder decir al igual que Rodrigo de Triana « ¡ Tierra a la vista ! «.
Para mi esto es ser liberal.
Licenciada en Filosofía y Letras (
sección Filología Clásica ) por la Universidad de Barcelona.
Profesora de Bachillerato. Gran preocupación por los derechos
ciudadanos e intensa colaboración en política y asociaciones
cívicas.
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