El otro día leía en Twitter unas declaraciones en las cuales un conocido torero realizaba una defensa de la Fiesta Nacional apelando, entre otras cuestiones, a que su prohibición como espectáculo implicaría la desaparición , o al menos una drástica reducción, de los efectivos de la raza de toros de lidia. La declaración literal era: Acabar con la Fiesta sería la extinción del toro bravo, en mi finca nacen cada año 400 ejemplares». Este tipo de afirmaciones suelen ir siempre acompañadas de otras de similar cariz, tales como que el sistema de explotación del toro de lidia favorece el mantenimiento de un ecosistema mediterráneo como es la dehesa, que impide los incendios forestales mediante el cuidado y limpieza de las fincas, que favorece la supervivencia de fauna autóctona amenazada como el águila imperial, etc
Asimismo, y siempre con intención de colaborar en la defensa de los toros, se suman argumentos de tipo socio- económico. Argumentos basados en el alto número de espectadores que asisten a los festejos, en la gran cantidad de puestos de trabajo generados, en la importante actividad económica relacionada o en los altos impuestos recaudados. No falta tampoco quien introduce como argumento a favor de los festejos taurinos el importantísimo elemento cultural que los acompaña.
Partamos de la base de que dichas afirmaciones y argumento son verdaderos. Al fin y al cabo los toros de lidia son criados para ser utilizados en los distintos festejos que componen la citada Fiesta Nacional, la dehesa y su explotación es un bien ecológico innegable , la importancia económica de la Fiesta es indudable y los toros son un elemento cultural de primer orden. Pero el hecho de que lo anterior sea cierto, no lo convierte automáticamente en argumentos de peso para defender la continuidad de los espectáculos taurinos. Todos los razonamientos anteriores no son más que felices circunstancias económicas, culturales y medioambientales que acompañan el desarrollo de una actividad humana como hay otras muchas.
El verdadero y único motivo para oponerse a la prohibición de los festejos taurinos en algunas regiones españolas, es aquel que expone que dicha prohibición atenta contra la libertad de elección de la gente. No hay más. Todo lo demás son argumentos o justificaciones interesadas. Argumentos que defienden la libertad humana en tanto en cuanto las acciones que dimanen de dicha libertad tengan valores sociales. La oposición a la prohibición de celebración de festejos taurinos, como a la de cualquier otra actividad, debe basarse siempre en la defensa de la libertad de actuación de las personas con independencia de cualesquiera otras consideraciones culturales, económicas, etc
Así pues, hay que defender la continuidad de la Fiesta Nacional por las mismas razones y con la misma vehemencia que se defendería, llegado el caso, la venta ambulante de churros si esta última pretendiese ser objeto de prohibición. Puede que la venta de churros no sea una actividad ecológica, puede que no sea una actividad de gran importancia cultural, puede que su importancia económica sea insignificante y puede que no haya muchos empleos asociados al sector, pero todo eso carece de importancia a la hora de plantear su defensa. Porque lo que hay que defender es la libertad. Libertad para comprar churros en un puesto ambulante o la libertad de asistir a una corrida de toros. Libertad. Todo lo demás sobra.

SERGIO JOSÉ MARQUÉS PRENDES (Gijón, 1972)
Licenciado en Veterinaria por la Universidad de León. Desarrollo de productos de producción animal para el sector privado.
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