Los ataques a la ideología liberal
Es ya una práctica habitual dirigir ataques contra la ideología liberal desde la ignorancia.
Todo pensamiento político y económico está abierto, sin duda, a la crítica y a la revisión y adolece de ciertos puntos débiles o aspectos controvertidos, y es ahí donde deben dirigirse el debate y los intentos de refutación.
Sin embargo, lo que uno se encuentra normalmente en los medios no son sino manidos lugares comunes que no abordan las cuestiones de fondo sino que se quedan en el ataque superfluo, dejando entrever un profundo desconocimiento de aquello que se pretende criticar.
El liberalismo y la competitividad
En lo que al liberalismo se refiere, uno de estos argumentos facilones es el relativo a la demonización de la competitividad.
Reiteradamente se resalta el carácter marcadamente competitivo del capitalismo y lo descorazonador e injusto que resulta un mundo guiado por la competición sin escrúpulos y la ley del más fuerte.
Críticas al capitalismo
Una de las críticas más extremas a este respecto que he leído últimamente es la de César Rendueles, que en su último libro Capitalismo canalla escribe: «La historia del capitalismo es extremadamente sangrienta […] Una vez que la sociedad da rienda suelta a la competencia, es difícil establecer barreras.»
El problema de estas y otras tantas visiones apocalípticas de la competencia en el mercado es siempre el mismo: se olvida la otra cara de la moneda, el otro aspecto definitorio de las sociedades de mercado: la cooperación.
Como siempre señala Francisco Capella, la competencia y la cooperación son patrones que se dan de forma conjunta hasta en los organismos biológicos más simples:
[…] no existe solamente la acción individual, también los colectivos o grupos pueden considerarse agentes en la medida en que estén cohesionados y coordinados. Los agentes colectivos son abundantes o frecuentes: los grupos integrados son evolutivamente muy exitosos porque tienen gran capacidad de acción por la suma de esfuerzos, la compensación de fluctuaciones y los beneficios de la división del trabajo con especialización. […] Es posible cooperar para competir (soldados en un ejército, jugadores en un equipo deportivo) o competir por cooperar (diferentes candidatos a un puesto de trabajo, vendedores de un mismo bien o servicio).
La libre competencia
Por supuesto, no negaré el papel clave que juega la libre competencia en la mejora y la eficiencia de los procesos de mercado.
Como Adam Smith o Kirzner, considero la búsqueda del beneficio y la actividad empresarial los principales motores del mercado.
Si algo prodigioso posee este último es la capacidad de poner en contacto y de alinear las necesidades de millones de personas con la posibilidad de satisfacerlas por otras, sin conocerse entre sí y sin buscar intencionadamente mejorar sus respectivas situaciones, sino simplemente aprovechando la oportunidad de ganancia que este intercambio puede reportarles.
No obstante, debe reiterarse que el capitalismo es igualmente un sistema que descansa en la cooperación y la libre interacción mutuamente beneficiosa entre los individuos.
Las relaciones mercantiles que tienen lugar diariamente implican una coordinación voluntaria entre aquellos participantes que más valoran unos determinados bienes por los que están dispuestos a renunciar a otros recursos y aquellos que ofrecen estos bienes positivamente valorados por los demandantes a un precio que estos están dispuestos a pagar.
El mercado es una institución eminentemente espontánea, el ‘extended order’ hayekiano constituido evolutivamente por la cooperación e intercambio voluntarios entre millones de individuos, no un diseño artificial coactivamente impuesto, como sí lo son las políticas estatales.
La cooperación pacífica en sociedad
Tal vez el error que se comete al obviar la parte cooperativa y pacífica en las sociedades de mercado tenga su origen en ideas de corte hobbesiano, como las que exponía en su obra De Cive: «Debemos, pues, concluir que el origen de todas las sociedades grandes y duraderas no consistió en una mutua buena voluntad entre los hombres, sino en el miedo mutuo que se tenían».
Las sociedades no han avanzado gracias a la solidaridad ni gracias al miedo, sino que lo han hecho mediante las relaciones comerciales libres que favorecieron la especialización y la división del trabajo, también elementos característicos de la cooperación entre individuos.
De nuevo en palabras de Capella:
La coordinación entre cooperadores puede ser planificada, diseñada, en grupos delimitados con relaciones duraderas y estructuras centralizadas de mando como empresas o asociaciones civiles, militares o políticas, o no planificada, descentralizada y no diseñada que funciona mediante intercambios comerciales puntuales y señales informativas como precios y mecanismos de beneficios y pérdidas. […] Los cooperadores potenciales deben poder comunicarse, coordinarse y confiar unos en otros.
El pensamiento liberal
En conclusión, el pensamiento liberal debería poner de manifiesto el carácter cooperador que acompaña siempre a la competencia en las sociedades basadas en la toma de decisiones descentralizadas.
A la espera de debates de mayor nivel intelectual y profundidad analítica, nos veremos obligados a seguir intentando borrar del panorama discursivo más extendido ciertos clichés infundados y falaces.
Víctor Núñez Díaz (1997) es estudiante de Economía en la Universidad
Carlos III de Madrid. Es miembro de Students for Liberty UC3M y ha
publicado artículos en páginas como Politikón.
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