La educación y los futuros dirigentes
La educación es el nido donde aprenden a volar las futuras élites de un país, sus futuros dirigentes.
No parece muy inteligente rendirla a la coacción y el fanatismo de una minoría inculta y violenta.
Y es eso exactamente lo que está pasando en España desde hace años.
Grupos de chavales encapuchados —condenados de por vida a la marginación por culpa de líderes supremos que los utilizan como ovejas en su afán de poder— deciden en las facultades quién entra y quién no; quién puede dar una charla y quién lo tiene prohibido.
Ya se sabe que para que el mal triunfe, sólo hace falta que los hombres buenos no hagan nada…
Y aquí, los hombres buenos hasta ahora no están haciendo nada, bien sea por una complicidad progre… o por cobardía no progre.
Cuando los fanáticos manda
Así, un diez por ciento de los integrantes del sistema educativo (sindicalistas, profesores adoctrinadores y alumnos adoctrinados) deciden por todos los demás, cercenando de esta manera lo que debería ser una educación libre, y presidida por el espíritu crítico.
Cuando los fanáticos mandan a parar, la inmensa mayoría para, sencillamente porque no se atreve a enfrentarse a ellos.
Dentro de nada las charlas contrarias al régimen impuesto no necesitarán ni siquiera de piqueteros, sólo el anuncio de que el ponente de turno no es de su agrado, ya servirá para que nadie acuda a ellas… para evitar líos.
Sólo se oirá entonces una voz, la voz de la minoría violenta… y ese es el principio del fin, es mucho más importante de lo que parece.
Cuando ya no haya vuelta atrás el Fascismo/Comunismo se habrá impuesto en las aulas (pensamiento único).
Garantizar la libertad
No es de extrañar que esos dos sistemas políticos (o grandes monstruos sería mejor llamarles) apostaran porque la educación tuviera exclusividad pública.
No pretendían mejorarla, lo que querían era controlarla, manejar desde el principio las mentes a su antojo para que no crecieran hombres libres, sino fieles gudaris.
Hoy en día en España todo el mundo tiene acceso a la educación salvo contadas excepciones, el sistema perfecto no existe.
La prueba de ello es que la recientemente disuelta organización Juventud Sin Futuro, que llegó a su fin una vez que todos sus integrantes consiguieron un cargo muy bien remunerado en Podemos (la juventud en realidad les importaba poco, sólo querían dinero y poder… y ya lo tienen, así que decidieron cerrar) estaba integrada por jóvenes que casi en su totalidad eran licenciados universitarios a pesar de sus supuestos orígenes humildes (en realidad la mayoría eran niños pijos criados en la opulencia del capitalismo).
Una vez garantizado el acceso, lo que hay que garantizar además es la libertad.
El camino hacia la libertad
Obviamente, en ese camino hacia la libertad, es fundamental que no toda la educación sea pública, es decir: controlada por políticos, sino que ésta compita con la concertada y privada a través de la libre elección de padres en una primera fase, y jóvenes en una segunda.
La misma competitividad que les preparará para el mundo real, y no la indolencia actual que les condena al paro y a los trabajos precarios.
El Cheque escolar es una de los sistemas propuestos desde el mundo liberal para garantizar la libertad de elección, y paliar además de manera más eficaz las desigualdades sociales.
Ahí afuera hay un mundo de lobos, y nosotros estamos criando corderos mansos que no quieren deberes, no quieren reválidas; pero sí quieren pasar de curso sin aprobar.
La vida les pondrá en su sitio, porque no supimos prepararles para ella.
Si alguien pretendiera evitar una clase o una charla en Oxford, sería inmediatamente expulsado de esa Universidad, eso no es fascismo como claman algunos, eso es libertad… porque la libertad de uno, termina donde empieza la de los demás.
La universidad española hoy se parece al fútbol de los 80
La universidad española hoy, se parece cada vez más a los campos de fútbol de los ochenta.
Allí, un par de cientos de ultras dominaban estadios de más de noventa mil personas.
Nadie se atrevía a enfrentarse a ellos.
Los presidentes les daban entradas gratis, locales en los estadios, etc. había que tenerlos contentos para que no se volvieran contra ti.
En lugares como Argentina los jugadores pagaban parte de su sueldo a las Barras Bravas si querían no ser silbados.
Los capos ponían y quitaban entrenadores.
Unos pocos manejaban a través de la coacción y la violencia todo el tinglado.
La presencia masiva de policías dentro de los estadios, el endurecimiento de las leyes y las elevadas multas a cualquiera que tratara de utilizar el espectáculo para sus propios intereses mafiosos, devolvió el futbol a las familias, que llenaron de nuevo las gradas.
El futbol volvió a ser de todos.
De todos debe ser la universidad.
La educación puede ser el principio, pero también puede ser el principio del fin.
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