25 años de la muerte de Hayek
El 23 de marzo se cumplieron 25 años del fallecimiento de uno de los intelectuales que más han influido en mi pensamiento político-económico, el economista y filósofo vienés Friedrich August Von Hayek.
Quien fuera galardonado, en 1974, con el Premio Nobel de Economía (“por su trabajo pionero en la teoría del dinero y las fluctuaciones económicas y sus análisis pioneros de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales”), también formó parte de la Escuela Austriaca de Economía, institución cuyas raíces se hunden en la Escuela de Salamanca.
Su obra no deja de ser influyente para cualquier simpatizante de las teorías austriacas, ya sea más libertario o más conservador.
Lecciones de Hayek
Al respecto, voy a citar unos fragmentos a tener en cuenta, de su libro Camino de Servidumbre, que fue mi segunda lectura liberal, así como, por casualidad, un regalo navideño (2012).
En otras palabras, una serie de textos que me ayudaron bastante a reforzar el necesario argumentario para librar la batalla ideológica.
Los fragmentos en cuestión se citarán a continuación.
Sobre el estado de derecho
[…] Puede incluso decirse que para un eficaz Estado de Derecho es más importante que el contenido mismo de la norma el que ésta se aplique siempre, sin excepciones. […] El conflicto entre la justicia formal y la igualdad formal ante la Ley, por una parte, y los intentos de realizar diversos ideales de justicia sustantiva y de igualdad, por otra, explica también la extendida confusión acerca del concepto de «privilegio» y el consiguiente abuso de este concepto. […] El Estado de Derecho sólo se desenvolvió conscientemente durante la era liberal, y es uno de sus mayores frutos, no sólo como salvaguardia, sino como encarnación legal de la libertad. […]
Según la Real Academia Española (RAE), se trata del concepto de «régimen propio de las sociedades democráticas en el que la Constitución garantiza la libertad, los derechos fundamentales, la separación de poderes, el principio de legalidad y la protección judicial frente al uso arbitrario del poder».
Por lo tanto, dicha concepción hayekiana advierte de que dicho régimen político solo es viable cuando se mantiene el respeto no solo hacia las libertades, sino también hacia la igualdad ante la ley (isonomía), el principio de independencia judicial y la presunción de inocencia.
El ciudadano no solo debe saber qué está estipulado por la ley, sino también ser tratado en igualdad de condiciones.
Luego, esa ausencia de privilegios consiste, principalmente, tanto en derogar el estatus anacrónico del aforamiento como en renunciar a la llamada “discriminación positiva”, en base a la cual se está llegando incluso a invertir la carga de la prueba.
Sobre el progresismo y el nacionalismo
[…] Que el socialismo haya desplazado al liberalismo, como doctrina sostenida por la gran mayoría de los «progresistas», no significa simplemente que las gentes hayan olvidado las advertencias de los grandes pensadores liberales del pasado acerca de las consecuencias del colectivismo.Ha sucedido por su convencimiento de ser cierto lo contrario a lo que aquellos hombres predecían. […] En lo que a la libertad se refería, los fundadores del socialismo no ocultaban sus intenciones. Consideraban la libertad de pensamiento como el mal radical de la sociedad del siglo XIX. […] Sólo bajo la influencia de las fuertes corrientes democráticas que precedieron a la revolución de 1848 inició el socialismo su alianza con las fuerzas de la libertad. […]
Si entendemos el término derivado etimológicamente de la palabra “progreso”, que se define, según la Universidad de Oxford, como toda «mejora o avance que experimenta una persona o una cosa hacia un estado mejor, más avanzado o más desarrollado», entonces deberíamos tener claro que nunca es positiva para ningún individuo cualquier clase de restricción de libertad ejecutada por los poderes públicos y promovida desde ciertas corrientes de opinión.
En cualquier caso, la tesis del vienés no deja de ser servir como aclaración, ya que el socialismo, que posee una variante basada en la ingeniería social, siempre pretende ejercer control ya sea sobre el individuo o sobre la actividad económica.
Por cierto, aprovecho las adecuadas líneas de ilustración de lo afirmado para hacer referencia a un fragmento de sus tesis según las cuales, también consideraba como socialismo al nacionalismo:
[…] Considerar la tendencia universal de la política colectivista a volverse nacionalista como debida por entero a la necesidad de asegurarse un resuelto apoyo, sería despreciar otro y no menos importante factor. Incluso cabe dudar que se pueda concebir con realismo un programa colectivista como no sea al servicio de un grupo limitado, que el colectivismo pueda existir en otra forma que como alguna especie de particularismo, sea nacionalismo, racismo o clasismo. […]
El socialismo es la antítesis del individualismo, por ello, no debe resultar dudoso el empleo del término “colectivismo”.
ÁNGEL MANUEL GARCÍA CARMONA (Retamal de Llerena, Badajoz, 1996)
Estudiante del Grado en Ingeniería Informática en la UDIMA. Anglo, franco y estonioparlante. Liberal-conservador. Aficionado a la fotografía y a la programación.
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