El liberalismo económico
El liberalismo es un proyecto intelectual que aglutina ideas sobre economía, política, derecho y sobre la naturaleza humana.
La más conocida es la del liberalismo económico, que en líneas generales busca la disminución del estado y que sea el mercado el que dirija nuestra vida, porque pensamos que el sector privado es más eficiente , asigna mejor los recursos y fija los precios de una manera más racional ya que se apoya en los millones de decisiones que toman los agentes en el mercado, que aglutina la sabiduría de todos y cada quien sabe lo que quiere.
Pero reconocemos que no es un sistema perfecto porque, generalmente, perfecto no hay nada.
La discusión se centra en cuál es el límite entre la actividad del Estado y el mercado, de hecho, la historia del capitalismo ha sido un pulso constante sobre los límites del mercado.
El nuevo liberalismo económico
Cuando se habla de liberalismo, generalmente la gente se traslada a últimos del siglo XVIII y siglo XIX en el que se produjo la revolución industrial y la clase obrera trabajaba en malas condiciones, con salarios bajos.
Pero ahora hay que ceñirse al nuevo liberalismo, también llamado neoliberalismo, surgido en los años ochenta del siglo pasado, que es en buena medida una crítica al liberalismo clásico.
La diferencia resulta de la convicción de que el mercado no se sostiene por sí solo, sino que tiene que ser apuntalado, defendido por el Estado.
El programa neoliberal , contra lo que imaginan algunos críticos, y contra lo que proclaman algunos propagandistas, no pretende eliminar el Estado, sino transformarlo , de modo que sirva para sostener y expandir la lógica del mercado.
O sea, que el neoliberalismo necesita un nuevo Estado, a veces un Estado fuerte, pero con otros fines.
El libre mercado
En este sentido no nos oponemos radicalmente a las críticas de los socialdemócratas en el sentido de:
“El límite del mercado se establece políticamente y que los economistas favorables al libre mercado son tan “políticos” como los que quieren regular los mercados.
El libre mercado nos lleva a que las acciones individuamente racionales pueden tener efectos colectivamente irracionales, es decir, un fallo del mercado, y que nuestra capacidad de ser racional está sujeta a grandes límites porque el mundo actual es demasiado complejo para que nuestra inteligencia limitada lo comprenda todo.
Sin una ciudadanía económica activa, siempre seremos víctimas de quienes tienen más capacidad de tomar decisiones, eso que dicen que todo pasa porque tiene que pasar y que en consecuencia, no podemos hacer nada para cambiarlo, por muy desagradable e injusto que sea.
El mercado libre no existe.
Todos los mercados tienen reglas y limitaciones que acotan la libertad de elección.
Si algunos mercados parecen libres, solo es porque aceptamos tanto las regulaciones en las que se apoyan que se vuelven invisibles.
El ascenso de las grandes compañías dirigidas por gestores profesionales era inevitable, y que por consiguiente la única manera de introducir fuerzas compensatorias era aumentar la regulación gubernamental y el poder de los sindicatos.
El sistema financiero
Otro punto de discusión es el sistema financiero, en el sentido de que la liberación financiera ha facilitado los flujos monetarios , y así los inversores se impacientan más por tener resultados inmediatos, al margen de sus repercusiones a largo plazo.”
Aceptamos que todo es cuestionable, que no somos talibanes, y que solo el pragmatismo establecerá estos límites
Los derechos individuales y el derecho a la propiedad privada
En cualquier caso, considero que es una verdad económica objetiva el que las sociedades más desarrolladas, con mayor ingreso per cápita son aquellos en que los derechos individuales están más protegidos.
Los derechos que me parecen indispensables aparte de la propiedad privada, son el derecho a obtener grandes beneficios derivados del riesgo y esfuerzo a que se somete el individuo, siempre que no sea por fraude ni violencia; el derecho a exigir el cumplimiento de los contratos y el derecho de los acreedores a embargar la propiedad de los deudores.
Además de que la propia gestión gubernamental se exponga a más fuerzas de mercado: un uso más agresivo de los sueldos vinculados al rendimiento, libre elección de centros para conseguir competencia entre lo público y privado y una mayor frecuencia en el recurso a subcontratas de los servicios públicos.
Que los estudios y la investigación sean orientados a las necesidades de las empresas para conseguir más productividad.
La presión fiscal en España
También que la presión fiscal no sea abusiva, porque, bajo mi punto de vista, lo que necesita España es que se instalen aquí cientos de miles de empresas pero para ello no hay que agobiar a los inversores.
A raíz de todo esto me pregunto: ¿por qué España no puede ser un país con baja tributación?
JOSÉ CLEMENTE FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
Economista. Experto en Contabilidad e impuestos.
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