Presentación del libro de Diego Sánchez de la Cruz
Hace unas semanas, en la presentación en Gijón del libro “Por qué soy liberal” de Diego Sánchez de la Cruz, se me ocurrió plantear a los asistentes la cuestión de la indignación.
No ésa que con la que nos martillean tipo 15M, tipo Podemos, tipo extrema izquierda o tipo “Indignaos” de Stephane Hessel.
Para esos temas, no estamos.
Estamos para otra cosa.
Mi pregunta acerca del liberalismo
Dirigí mi pregunta cambiando el foco: de por qué los escritos, libros, artículos etc de los llamados liberales (prefiero el término antiprogre, que se entiende mucho mejor), no podían incidir más sobre la indignación y no tanto (que también) sobre el plano económico o de cómo ganar a un progre en un debate.
Seguro que se llegaría más lejos y tendría mucha más penetración en las conciencias.
Los progres
Los progres y demás fauna estatista aprovechan muy bien todo lo que llega a la víscera.
Si hay desahucios es culpa del banco que es un ogro que se come al desahuciado, si un pepero normalmente meapilas, mete la mano en la caja, hay que hacer escarnio público contra todos y cada uno de los peperos, roben o no.
Y así podemos seguir.
Con eso y con pedir eternamente derechos y rentas básicas para el más desfavorecido, va pasando el tiempo.
Para los que estamos en la trinchera, digamos, contraria, todo esto no es más que demagogia pura, lo fácil, lo retorcido y en el fondo, lo que arruina a la clase media.
No me extenderé más en explicaciones.
Las sabemos.
Señalar quién realmente roba más
Lo que tenemos que explotar es explicar y señalar quién realmente roba más: el estado que tenemos, totalmente confiscador y encima muy cicatero en servicios que presta a cambio.
Tampoco me extenderé en sus razones: confisco para seguir con mi chiringuito de poder, que hasta ahora, no me va mal.
Sabemos que muchas revoluciones, revueltas etc y empezaron por estar en contra de las tasas, impuestos, diezmos o como se quiera llamar.
Sobre todo la gloriosa revolución americana, en mi opinión, la única de las habidas en la historia que dejó las cosas mucho mejor de lo que estaban y encima hasta hoy en día: envidiable sistema electoral (donde el candidato se paga su campaña), no hay partidos políticos de obediencia vertical sin tendencias ideológicas y existe una verdadera separación de los 3 poderes, el tal “check and balance” que corta hasta de raíz las veleidades de cualquiera de los poderes que se pase de la raya.
¿Cómo podemos canalizar esa indignación? Me temo que no nos queda otra que en la calle.
Los políticos no lo van a hacer o si lo hacen como C’s, bastante tímidamente.
Impuestos: El impuesto de sucesiones
Y para mi sorpresa y esperanza ya se ha empezado a hacer con el tema del impuesto de sucesiones.
Y se ha empezado a hacer sencillamente porque el tema empezaba ya a afectar a demasiada gente que renuncia a herencia o se tienen que empadronar en otro sitio menos maligno.
El argumento falaz del progre de “los impuestos son servicios sociales” o “son solidarios” se desmonta si salen imágenes de gente indignada que se manifiesta en contra.
No hay nada más efectivo.
Y la prueba de su eficacia es que ya se empiezan a “suavizar” los supuestos para cobrarlo en comunidades tan socialistas y confiscadoras como Asturias, por no hablar del furibundo cabreo de ciertos próceres del chiringuito asturiano como el eterno Gaspar, Gaspi, Llamazares (castrista confeso) que no puede entender cómo es posible que la gente salga a la calle para eso, que total, que es un “impuesto que afecta a poca gente” y demás desvergüenzas.
Habla Gaspi de que esos que salen se les manipula y de agitación de la derecha… Prueba del 9 de que debemos seguir por ese camino.
Largo es el camino
Largo es el camino que queda para convencer a una masa crítica suficiente de que “los impuestos son en su inmensa mayoría, un robo” y no algo “necesario y solidario”, como nos quieren hacer creer.
Licenciado en Filología inglesa y francesa. Marketing y edición online. Formación de sumiller y catador. Antiprogre. Antibuenista. Pro-Israel.
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