La renta básica universal
Una de las propuestas que encumbraron a Podemos en lo más alto del tablero mediático fue la de una Renta Básica Universal.
No es difícil entender el porqué: si tú le dices a la gente que le vas a garantizar un sueldo por no hacer nada, es más fácil que te voten… es decir, es más fácil llegar al poder.
A medida que fueron adquiriendo responsabilidades de gobierno, la promesa se quedó en eso, en otra forma más de engañar a la gente.
La renta garantizada para personas sin ingresos
A día de hoy ya está eliminada de su programa económico, y ha sido sustituida por una “renta garantizada para personas sin ingresos”.
La Renta Básica es el sueño de los vagos, el maná de quien no quiere aportar nada al bien común a través de realizar alguna actividad productiva, pero sí quiere beneficiarse de ese bien común.
La eterna farsa juvenil de derechos sin deberes, de querer conseguir cosas, saltándose la fase del esfuerzo.
Y Podemos, a sabiendas de que no tendría que cumplir su utópica mentira, llegó a la conclusión de que sería mucho más popular prometer peces, que enseñar a pescar.
En un país como España, huelga decir que mucha gente gritó: ¡Aleluya!
Pero en realidad los chicos de Pablo Iglesias no traían nada novedoso: promesas para engañar a cuantos más mejor, que luego no cumplirían.
Más de lo mismo, llevábamos años viendo eso en los partidos tradicionales.
Los jóvenes comunistas
Los jóvenes comunistas, muchos de ellos politólogos, sabían bien que en España no se penaliza como en otros países el incumplimiento de los programas, así que si todos mentían… sería cuestión de mentir mucho más, con mentiras muchos más grandes.
Tampoco era novedosa la alternativa propuesta una vez que vieron que su primera promesa, podrían llegar a tener que cumplirla, arruinando así a todo el país.
La renta mínima de inserción
La Renta Mínima de Inserción ya la contemplaba Hayek, uno de los malvados liberales de la escuela Austriaca que Iglesias odia, sin haberle leído nunca.
En una de las obras cumbre del liberalismo: “Camino de Servidumbre”, Hayek ya habla de proporcionar a todos un mínimo de comida, cobijo y vestimenta, y más tarde en obras posteriores sería más explícito al pedir esa renta mínima en forma de una redistribución donde la gran mayoría de ciudadanos acepten ayudar a aquellos incapaces de salir adelante.
Yo también defiendo una Renta Mínima de Inserción que dé lugar a una política de “no dejar a nadie atrás” basada en el humanismo cristiano, que es una de nuestras señas de identidad como occidentales, y que tan amenazado está últimamente en Europa por culpa del relativismo moral.
Ese humanismo cristiano que forjó toda una base ética que hace de occidente el lugar más libre y habitable del planeta.
La vida real y el bien común
Es posible que los Anarcocapitalistas se lleven las manos a la cabeza al oír hablar de “renta mínima” y “redistribución”, pero yo soy un liberal del montón y siempre he creído que el Anarcocapitalismo y el Comunismo se encontraron un día en la cafetería de la facul, que es el único sitio donde tienen alguna posibilidad de éxito.
La teoría lo soporta todo en los bares de las universidades.
La vida real es un poco más puta.
Yo añadiría una cosa más a la propuesta de una renta de subsistencia: todo el que la perciba, debe trabajar.
Si te beneficias del bien común, debes participar en él.
Cada perceptor debería ponerse a disposición de su ayuntamiento para la realización de una jornada laboral reducida, acorde a la paga recibida.
Si logramos que todo aquel que perciba una remuneración, lo haga ofreciendo a cambio una serie de servicios a la sociedad, que es lo lógico, evitaríamos el parasitismo y premiaríamos el esfuerzo y la búsqueda permanente de mejorar de quién no desea vivir a costa de nadie, y sí forjarse su propio destino.
No olvidemos que de la misma forma que hay gente que necesita en un momento dado y bajo unas circunstancias determinadas una ayuda porque la vida les ha dado la espalda… hay otros que lo único que quieren es vivir a costa de los demás tirados todos los lunes al sol.
Percibir la renta
Hay mil cosas que hacer en cada pueblo o ciudad de España: labores de limpieza, mantenimiento, servicios sociales, organización de eventos, apoyo en los servicios públicos, etc.
Quién se niegue a realizar una de estas labores, perderá todo derecho a percibir la renta.
Esta renta implicaría obviamente el fin de todas las ayudas sociales y prestaciones por desempleo, que en España tienen un coste de miles de millones todos los años, lo que significaría de facto, que apenas tendríamos que aumentar el presupuesto de gasto.
Dignificaría además a todos aquellos que no quieren vivir de la caridad de nadie, y sí de su propio trabajo.
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