Diálogo de conversos
Roberto Ampuero y Mauricio Rojas eran jóvenes chilenos que militaron por una revolución comunista a fines de los 60 y comienzos de los 70, hasta el comienzo de la dictadura de Pinochet.
Ambos marcharon al exilio, y por caminos paralelos y bastante diferentes llegaron prácticamente a las mismas conclusiones, y a un punto de encuentro ideológico en el Liberalismo.
En este sentido es que son conversos, ya que lograron salir del dogma comunista y llegar a una liberación intelectual y espiritual, no sin una profunda introspección, una feroz lucha interna y una destacable valentía.
Y es que necesitaron no sólo valor, sino una verdadera voluntad de conocimiento, para poder enfrentar una conversión que les demostró que estuvieron equivocados mucho tiempo, y que persiguiendo el mayor de los bienes contribuyeron a hacer el mayor de los males.
La ruptura con el dogma comunista y la socialdemocracia
En el caso de Roberto Ampuero, la ruptura con el dogma comunista fue fundamentalmente vivencial, en base a lo que tuvo que soportar viviendo en los regímenes autoritarios de Alemania Oriental y Cuba, lo que le llevó hasta a pensar en el suicidio.
En el caso de Mauricio Rojas, se trató de una ruptura más intelectual viviendo en Suecia, pero también con una componente de experiencia en un Estado socialdemócrata, lo que le hizo pasar de Marx a Adam Smith y Karl Popper.
De formas muy diferentes, ambos le vieron de cerca el rostro al socialismo y se decepcionaron, y resulta muy enriquecedor el diálogo que se produce naturalmente entre ellos.
Es precisamente el relato en primera persona y la similitud de la conversión que sufrieron los autores, pese a las diferencias de sus historias de vida, lo que da fuerza al mensaje.
Similitudes con Uruguay
Si bien, el libro «Diálogo de conversos», es un libro escrito por dos chilenos, que reconocen que los errores que ellos mismos cometieron contribuyeron a la dictadura de Pinochet, la historia tiene muchas similitudes con lo que ocurrió en Uruguay con el Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros (MLN-T), y en mayor o menor medida con varias de las realidades latinoamericanas influenciadas por la Revolución Cubana, por lo que tiene validez más allá de las fronteras chilenas.
Destierra por lo pronto una idea falsa que está instalada en algunos imaginarios colectivos, de que los movimientos de izquierdas revolucionarias en Latinoamérica lucharon contra las dictaduras, cuando en general no sólo lucharon contra la democracia, sino que contribuyeron con su accionar a los golpes de estado.
En este sentido, puede resultar curioso leer en un plan de historia de Uruguay, reformulado en 2006 después del primer gobierno de izquierda del Uruguay en 2005, la siguiente secuencia: 1) “El estancamiento y la crisis económico-social y política”, y 2) “El avance hacia el autoritarismo. La dictadura cívico-militar y la recuperación democrática”; como si el avance hacia el autoritarismo fuera más consecuencia de una crisis económico-social que de los movimientos de izquierda revolucionaria como el MLN-T.
Como revela un libro de Héctor Amodio Pérez (un ex tupamaro acusado de traidor) de 1972: “… la liberación de 200 tupamaros significaría la caída del gobierno de Pacheco Areco”, y en este mismo sentido otro ex tupamaro, Germán Cabrera Traversoni, realizó declaraciones admitiendo que se enfrentaron a un gobierno democrático. Y esto sólo por mencionar alguna confesión de partes, ya que pruebas también sobran.
Los movimientos de izquierdas revolucionarios
En el plano histórico, el libro «Diálogo de conversos» supone otra aceptación de culpabilidad de primera mano respecto de la contribución de los movimientos de izquierdas revolucionarias a los golpes de estado.
En palabras de Ampuero: “Pero hay que ser honestos hasta que duela: nos gustó meterle miedo a los militares, y tarde nos dimos cuenta de que se iba acumulando miedo, resentimiento y odio del otro lado. (…) hoy muchos eluden la responsabilidad, prefieren asumir el rol de víctimas, y la división y la polarización prefieren pintarla como que cayó del cielo (…)”, y responde Rojas: “Es una distorsión de la verdad histórica que para muchos se ha transformado en un capital político del que han vivido durante largo tiempo. Víctimas inocentes, blancas palomas de la paz, luchadores idealistas por la democracia, todo un cuento que debería dar vergüenza”.
Las similitudes con el caso uruguayo, y el intento deliberado de distorsión de la verdad histórica, están a la vista.
Conclusiones
Pero lo más importante, en el plano intelectual, el libro «Diálogo de conversos» demuestra que el enemigo de la sociedad abierta no es el socialista, sino la idea del socialismo; y por ende, que la lucha por la Verdad y la Libertad no se libra contra ninguna persona, sino contra algunas ideas.
Citando nuevamente a Rojas: “nuestro recorrido desde la desmesura de la utopía redentora a la sobriedad del pensamiento liberal es parte de un gran fenómeno, no sólo latinoamericano sino mundial”.
Vale la pena leer este libro, viva uno en Chile, en Uruguay, en España o en cualquier otro país.
Ingeniero en Computación por la Universidad de la República,
aficionado a la filosofía y liberal por convicción, escribe
desde Uruguay.
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