El liberalismo y la defensa de la libertad
El liberalismo, como toda ideología social, mantiene un discurso encaminado al logro de un importante objetivo: minimizar los inevitables conflictos de intereses que puedan surgir entre los distintos actores sociales.
Dicho objetivo se pretende lograr mediante la aplicación y defensa de tres grandes principios: libertad individual, propiedad privada y acuerdos voluntarios.
En este contexto, la libertadindividual se entiende como ausencia de coacción.
Poco más.
Es a partir de estos tres principios generales, que el liberalismo construye todo su vasto desarrollo argumental.
El pensamiento liberal
En el pensamiento liberal, el Estado se configura como el máximo exponente de la coacción ejercida sobre los distintos actores sociales.
Pero el hecho de que el Estado se vea como el máximo exponente de dicha coacción, no significa que el estado tenga el monopolio de la misma.
Es evidente que existe también la coacción y la violencia ejercida por un individuo o grupo de individuos sobre otros individuos.
Los liberales tendemos a identificar con gran facilidad la coacción estatal, pero no tenemos esa misma sagacidad cuando bajamos al terreno de los individuos.
Este último es un terreno más brumoso.
La ideología del liberalismo
Así pues, una vez establecidos los tres principios generales y entendida la libertad como ausencia de coacción, podremos hacer uso de todo ello como una horma en la que verificar nuestros posicionamientos, sean estos de índole moral o económica.
¿Es una determinada posición ideológica liberal?
¿Es al menos compatible con el liberalismo?
Y la respuesta será: Sí, siempre y cuando no contradiga ninguno de los principios mencionados, o bien: No, en caso de hacerse patente dicha contradicción.
Analicemos ahora si una posición frontalmente contraria al aborto, es compatible con la ideología liberal.
El aborto y ser liberal
Partiremos de la base de que el embarazo no deseado, es consecuencia de un error o un desliz no malintencionado y que por lo tanto la fecundación y posterior gestación, es una consecuencia fortuita e involuntaria de una relación sexual.
Se excluye por lo tanto del siguiente razonamiento todo aquel embarazo fruto de la coacción o violencia sobre la mujer.
Empecemos sobre un caso de posible aborto.
Actores afectados
El primer paso será determinar que actores se ven afectados en una gestación.
Aquí la identificación es sencilla, existen tres actores diferenciados, a saber: el hombre, la mujer y el feto.
Conflicto de intereses
El segundo paso será determinar si existe entre ellos conflicto de intereses.
Y parece evidente que en este caso lo hay, y muy serio.
El feto desea que le sea respetado su derecho a desarrollarse y vivir, mientras los ¿padres? desean que les sea respetado su derecho a no gestar a un descendiente engendrado de forma no voluntaria.
Obligarles a seguir con la gestación, sería una coacción.
Relación de causa-efecto
El tercer paso es establecer las relaciones causa- efecto.
Dice un conocido aforismo: La causa de la causa es causa del mal causado.
La fecundación involuntaria (mal causado) es consecuencia directa de unos actos físicos (causa) ejercidos voluntariamente por parte de dos personas en pleno uso de su libertad de actuación.
Aquí no hay coacción por ninguna parte.
Uso de la libertad
La libertad de decisión y libertad de actuación derivan en un acto físico voluntario.
Otra cosa distinta es que de los actos realizados en uso de dicha libertad, se hayan derivado consecuencias imprevistas o no deseadas por los dos actores adultos.
Y esas consecuencias no deseadas se van a concretar en la aparición de un tercer actor.
Aparición no deseada por ninguno de los tres actores, pero con unos artífices (causantes) de la misma perfectamente identificables.
El embrión
Y aunque el nuevo actor (embrión) es una consecuencia no deseada de un acto libre, lo que queda meridianamente claro, es que el embrión no realizó ninguna acción, no eligió , no actuó, no decidió .. nada.
El embrión es un actor pasivo.
Y sin embargo va a ser sobre este actor pasivo, sobre el que se pretende que debe recaer todo el peso de las consecuencias derivadas de las acciones libre y voluntariamente ejercidas por los actores activos.
Y las consecuencias para el actor pasivo no son menores, consisten ni más ni menos que en su eliminación física, la realización de un aborto.
Es decir: un actor que no ha tenido ninguna responsabilidad en la cadena de actuaciones, que ha sido colocado por otros en una situación sobre la que el no pudo tomar ninguna decisión, va a ser el principal damnificado.
Damnificado hasta el punto de ser sacrificado en aras de la resolución de un problema que él no creó.
Las coacciones del estado
¿No les suena?
Son los argumentos que usamos habitualmente los liberales para denunciar las múltiples tropelías y coacciones que comete el Estado sobre los individuos.
¿Dónde está aquí la ausencia de coacción?
¿Dónde la falta de violencia?
¿Dónde el acuerdo voluntario? .
SERGIO JOSÉ MARQUÉS PRENDES (Gijón, 1972)
Licenciado en Veterinaria por la Universidad de León. Desarrollo de productos de producción animal para el sector privado.
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